Opinión

Los bulos del verano

El verano es una época feliz que se presta mucho, por otra parte, a la propagación de mitos y rotundas falsedades. Del mismo modo que por la noche todos los gatos son pardos o eso al menos dice el refrán, en el verano todas las trolas, las verdades a medias, los mitos y las irrealidades se propagan con total celeridad, se creen y se arraigan. Y luego, a ver quién es el guapo que las desmonta.

En el verano se pueden contar historias de relaciones sentimentales o de otra naturaleza que suenan absurdas pero que todo el mundo acaba creyéndoselas y propagando. Parece como si la ausencia voluntaria de ropa, las propensión al exceso, la desinhibición natural producto del ambiente estacionario y el buen humor que suele corresponder al periodo vacacional, fomenta la propagación de bulos que luego, llegado el crudo invierno, se desmontan y a otra cosa. Hay protocolos sanitarios que todo el mundo se traga sin rechistar como la famosa y científicamente inexplicable patraña del corte de digestión que nos persiguió a todos en nuestra infancia incluso en casa de un médico de prestigio como era mi caso. Yo era para el caso, un sujeto que tenía que meterse en el agua de tapadillo después de comer el bocata, regateando vigilancia de celosas cuidadoras aleccionadas por mi madre que nunca bajaba a la playa, para que dejara transcurrir una hora entre la ingestión del alimento y la inmersión en las aguas de A Barbeira que era, es y será siempre mi adorada playa.

Ayer he sabido que tampoco es cierto que si a uno le pica una faneca lo mejor es mearse en la picadura, un remedio de común adopción entre los bañistas más avezados en el combate contra la maldita faneca brava que te pegaba un picotazo que te ponía a contemplar vistas panorámicas del planeta Saturno. Eso al menos acabo de leer en una de estas páginas de estío que tanto practican los periódicos por estas fechas y en las cuales nos hemos curtido en ingenio e inventiva varias generaciones de periodistas a lo largo de la historia. Si el amoniaco del pis humano ya no va bien con las agresiones de medusas, erizos y escarapota, es que ya no hay verdades absolutas en el mundo. Y no es cierto que María Casado haya dejado a Martína di Rosso. Muy al contrario, María está embarazada. O sea, que tampoco…

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