Opinión

Don Antonio desde allí

Estoy yo hoy en esa Andalucía en la que el Celta ha cosechado esta temporada un rosario de triunfos a domicilio de todo punto admirable, y me avengo a recordar al sol que aquí sí calienta, la figura dolorida de don Antonio Machado, el hermano más listo pero también el más desgraciado de los dos porque apostó por serle fiel a su conciencia y hubo de salir por ello y como tantos otros españoles hermosos, por la frontera rumbo al exilio que es la condición más desventurada del ser humano. Se cumplen setenta y cinco años de la muerte de un sevillano ejemplar que murió solo y melancólico en la diáspora, y todos llevamos en la conciencia su pena como si fuera una mancha en el sentimiento colectivo. Una mancha de la que este pueblo incomparable para bien y para mal acaso no pueda librarse nunca.


A don Antonio le recuerdan unos pocos nada más porque en un mundo como el que vivimos queda poco sitio para la poesía -malos tiempos son para la lírica que dijeron buenos músicos de por ahí arriba- sobre todo si esa poesía es fruto de un compromiso personal ético y sin concesiones a la galería que llega muy directo al alma y que desgrana sentimientos que se disparan hacia los adentros y se vuelven incómodos de compartir, como le pasó a este hombre bueno y desgraciado en cuya diáspora están reflejadas tantas y tantas víctimas de la cerrilidad y la incomprensión, materias en las que los españoles somos para nuestra desgracia, maestros.


Vivimos en un país que ha perdido a muchos de sus hijos más preclaros forzados a abandonarlo por motivos de opción y pensamiento, y desde tiempos inmemoriales cada siglo ha sufrido un ataque de diáspora sombría y desgarradora por la que la España a la que tanto amamos se ha desangrado y se sigue desangrando todavía. La diáspora es hoy de otra condición que la que obligo a los liberales a huir para evitar que el cabrón de Fernando VII les llevara al garrote pero es diáspora al fin y al cabo y estamos perdiendo una juventud espléndida a la que no le queda otro remedio que marcharse porque la esperanza se ha ido a dar un paseo y va a tardar en regresar.


Machado es tan válido hoy como cuando se reventó su propia alma y se abrió en canal para darnos su ejemplo. Solo falta que le hagamos caso y le recordemos todos y no unos pocos. Hoy hace un sol radiante en Andalucía.

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