Opinión

La izquierda va a los toros

Esta nueva izquierda de diseño tiene, en su empeño por resguardar de todo mal y contagio, sus gustos personales, una empanada que no le cabe en la cabeza. La izquierda tradicional no necesitaba hacer equilibrios sobre el alambre para defender sus ideas ni le era necesario contrapesar algunas de sus aficiones con su ideología para que resultaran aceptables. Como se apoyaban sencillamente en su verdad, no era imprescindible quedar bien y no necesitaban conciliar para seguir siendo fieles a lo suyo. Desde que las ministras de Zapatero acudían a Rodiezmo y se veían en la obligación de levantar el puñito sujetando con el otro brazo las gafas de sol exclusivas y los bolsos de marca mientras cantaban la primera estrofa de la Internacional aprendida a toda velocidad en el coche, esta nueva izquierda se ha tenido que plantear estas acuciantes cuestiones y convencerse a sí misma de que sus comportamientos traicionan nada que es una manera harto compleja de acallar conciencias. Hace unos días, la vicepresidenta señora Calvo, escribió en el prólogo de un libro que el toreo es de izquierdas.

Es verdad que la historia está llena de toreros que militaron en la izquierda y que en algunos casos dieron muestras de una militancia muy radical. La propia esencia del toreo tal y como se entiende en la actualidad posee un punto de aplicación popular, cuando la gente del pueblo comenzó a practicarlo a pie porque solo los señoritos tenían caballo. La puja del hombre con el toro pie a tierra al mismo ras uno enfrente del otro, fue un signo de democratización del arte y eso hicieron los diestros al paso del siglo XVIII al XIX, tipos guapos y plantados del estilo de Costillares, Pedro Romero, o Pepe Hillo a los que retrató con inmenso cariño y unción el maestro Goya que era su más rendido entusiasta. 

Pero escribir que el toreo es de izquierdas es una de tantas majaderías sin sentido que los diseñadores ideológicos ponen en el mercado como máquinas de convencer, y que los altos cargos se afanan en circular para que nadie sienta picazón en la conciencia cuando se fuma un puro a la salida del tercero de la tarde. Los toros de izquierda. Y el fútbol, y el rock and roll, y el waterpolo, el ala delta o las carreras de coches... Puestos a decir bobadas.

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