Opinión

De la noche a la mañana

La lectura de las crónicas periodísticas que narran los avatares de la jornada electoral en el Palacio de la Moncloa, cuentan y no paran sobre los episodios que se sucedieron a medida que avanzaba la larga noche. Mientras los madrileños optaban por retirarse a sus domicilios  con la cabeza  cuajada por los ecos de las incontestables victorias obtenidas por Ayuso  en la Comunidad y Almeida en el Ayuntamiento, en presidencia del Gobierno no se habían apagado las luces y el cinturón duro que rodea al presidente se aprestaba a vivir una vigilia loca, una noche atenazada por los nervios y sembrada de comunicaciones y consultas telefónicas y un toque a rebato general que trataban de configurar un plan de choque con el que paliar los efectos del desastre  cosechado en las urnas unas horas antes. Alguien se acordaba de Tezanos en clave de maldición bíblica, deseando que cayeran sobre sus hombros todas las pestilencias merecidas por el engaño que había urdido y que había conseguido desestabilizar al propio presidente, pero los más aguardaban expectantes a que ese mismo presidente –comúnmente reconocido por convertirse en el mejor reflejo de su ya famoso manual de resistente- tomara una decisión histórica. Al final de la larga noche pos electoral, la decisión histórica se abrió paso y Sánchez adoptó una disposición extremada aunque probablemente la única que le quedaba por adoptar si no quería asistir sin menear un solo dedo a la catástrofe. Sánchez eligió disolver las Cortes y convocar elecciones generales para el domingo 23 de julio, a dos días de la festividad de Santiago Apóstol y en mitad de un largo puente cuya influencia los estrategas del presidente suponen favorables a los intereses de la Moncloa. Los especialistas en demoscopia no opinan lo mismo, pero ese es otro debate del que a lo mejor el presidente no quiere ni oír hablar.

Lo que el presidente no ha hecho ha sido moverse de Moncloa –convocó a todos sus fieles allí para trazar su plan- y lo que tampoco ha hecho ha sido un necesario examen de conciencia antes de tomar decisiones. No hay en Sánchez ni el menor ejercicio de autocrítica aunque las urnas le han mostrado el camino más conveniente para reciclarse. Cumple decir que el único presidente autonómico que le ha sido abiertamente hostil es también el único que ha ganado las elecciones. Por algo será.

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