Opinión

Reflexiones de delegado

Las reflexiones formuladas en público y ante una nutrida audiencia, por el recién nombrado delegado del Gobierno en Madrid, constituyen el mejor y más explícito ejemplo de lo que no puede ni debe hacer jamás un cargo público representante de un partido político de intachable tradición constitucional y democrática ni siquiera en privado, y lo que nunca puede ser utilizado como argumento en una sociedad que padeció todo aquel horror cuyas víctimas mantiene el recuerdo de la tragedia y jamás se han recuperado de sus consecuencias. Francisco Martín Aguirre protagonizaba hace un par de días los desayunos informativos organizados por Nueva Economía y respondía a una pregunta formulada por el presentador del acto, significando el papel adquirido por Bildu y el independentismo catalán en el respaldo a determinadas actuaciones que el delegado enumeró ante la sonrisa de compromiso del ministro Marlaska y la crispación de sus adversarios también presentes, el alcalde de la capital y la presidenta de su gobierno autonómico. Martín Aguirre, ingeniero de Montes, estrecho colaborador y persona de gran confianza para Sánchez con papel sobresaliente en los equipos de Moncloa, tiene algo más de 30 años y un personal sistema de análisis político capaz de convertir a los herederos de ETA en salvadores de vidas en una comunidad en la que los terroristas vascos asesinaron en los tiempos más crueles a 134 personas de toda condición, sexo, raza, ocupación e ideología y colocaron 39 coches bomba.

“Bildu ha salvado más vidas y ha hecho más por España que esos patrioteros de pulsera” consignó sin perder la compostura  desde el atril y ante el micrófono el recién designado delegado del Gobierno, inmerso en ese espiral disparatado en el que Sánchez ha introducido a sus equipos de máxima confianza para convertir cualquier episodio de la vida cotidiana en una plataforma de combate electoral sin fronteras ni líneas rojas. 

Sospecho que semejante e imperdonable reflexión va a operar en contra  de los que fomentan este tipo de actuaciones, pero así se ha planteado la guerra de las urnas desde Moncloa. Lo que sin embargo se adivina tras el disparate  protagonizado por un perro de presa bien cargado de doctrina y dispuesto a cualquier cosa por mostrar su diligencia como el nuevo delegado, es que todo vale hoy para defender el estatus. Incluso esta barbaridad.

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