Opinión

Las serpientes de verano

El más patente ejemplo de que los tiempos están cambiando y que las cosas ya no son lo que eran se muestra en toda su aplastante evidencia de la mano de las noticias que nos llegan de Escocia y de su universalmente famoso lago Ness, donde, desde principios de la década de los años 30 en el siglo pasado, se poseen imágenes que esbozan la presencia de un monstruo en sus aguas siguiendo la los trazos marcados por una antigua leyenda. El monstruo del lago Ness ha sido mil veces dibujado, otras tantas identificado y en muchas ocasiones avistado y fotografiado aunque los expertos manejan un dato esencial. Mientras a mediados del siglo XX los testimonios de su presencia eran abundantes, los que ahora se producen a pesar de los avances tecnológicos son muy raros. Luego, algo pasa.

En los viejos tiempos, los veranos servían para aventar el fenómeno periodístico conocido precisamente como “Serpiente de verano”. Como quiera que en la época estival en la que todo el mundo estaba de vacaciones hubiera pocas noticias con cierta entidad para llevarse a la boca, los diarios solían apelar a una información más ligera en la que no faltaban los avistamientos. Los temas más repetidos en este proceso eran los platillos volantes y los bichos fantásticos en diversos lugares del planeta. Ni que decir tiene que Nessie era uno de los favoritos y es muy probable que la criatura del lago escocés diera incluso nombre al género.

Pero digo que los tiempos han cambiado y no me falta razón porque el verano de este año del nuevo milenio ha servido para desentrañar su existencia en lugar de consolidarla. Un observador veterano que lleva nada menos que un cuarto de siglo acampando con su caravana en la orilla del lago ha hecho públicas sus conclusiones y ha dictaminado que lo más probable es que el famoso monstruo del lago Ness fuera un pez gato, un siluro que habitualmente se encuentra en América del Sur y que puede alcanzar gran tamaño. El observador sospecha que la criatura que ha dado tanto que hablar debía medir casi cinco metros y pesar media tonelada. La especie se soltó en el lago Ness en época victoriana para potenciar la pesca y en los 30 alcanzó su edad madura. “Lo más probable, -dice el experto nostálgico- es que este pez gigante muriera hace ya algunos años”.

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