Opinión

Soluciones de goma

Una de las historias de simulación y engaño más fulgurantes de la II Guerra Mundial fue aquella por la que el mando aliado, que  necesitaba convencer a los alemanes de que no sería Normandía el lugar elegido por sus ejércitos para iniciar la reconquista del continente, trazó todo un plan estratégico nutrido de evidencias falsas. La más ingeniosa fue la que usaron para convencer a sus enemigos de que había un gran contingente de tropas en determinados lugares del sur de Inglaterra donde en realidad no había nada. En principio, se les ocurrió la posibilidad de construir maquetas a tamaño real de tanques, camiones, cañones o aeroplanos que dieran el pego fotografiados desde el aire. Pero pronto entendieron que afrontar la construcción en metal de todos aquellos elementos era casi como construirlos de verdad y renunciaron a la idea hasta que un oficial de Inteligencia estadounidense recordó los gigantescos globos con diferentes apariencias que salían en el desfile del Día de Acción de Gracias a las calles de Nueva York y propuso copiar la idea. Los elementos para simular todas las unidades de un ejército dispuesto a la batalla terminó construyéndolos la firma Goodyear y fueron hechos de goma inflable. No se necesitó para hacerlos realidad otra cosa que un compresor de aire.

Uno de los males más ostensibles de nuestra sociedad actual es la falta de talento. La sensación de parálisis intelectual que se observa en muchos y muy diversos estamentos de las clases dirigentes, su escasa respuesta ingeniosa y valiente a múltiples problemas que se amontonan y se enraízan hasta arraigarse y convertirse en insolubles por no haber sido tratados con diligencia y desparpajo, es una de esas sensaciones que nos atribulan a los votantes –o contribuyentes como resultaría más apropiado denominarnos- y nos convence cada vez más de que estamos en manos de sujetos sin ideas ni respuestas. Gobernantes insulsos, de entendimiento plano.

Es verdad, como en el caso de esta sugestiva historia de la II Guerra Mundial, que las ideas salen cuando la exigencia es máxima. Europa vivía tiempos difíciles, sumida en un trágico conflicto y los momentos de máxima angustia engendran grande remedios porque a la fuerza ahorcan. Pero la indolencia no puede seguir inspirado hoy el comportamiento de una clase política estúpida que no sabe mandar y no tiene  soluciones  dignas y eficientes ante nada. Hay que hacer algo aunque sea inflando globos.

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