Opinión

Quede en la memoria

Aunque pase el tiempo, el hecho está, y estará ahí, y no conviene olvidarlo. Olvidar nunca. Una, porque hay que ejercitar la memoria convenientemente para no sucumbir antes de tiempo, otra, porque hay cosas positivas para la humanidad dignas de agradecer eternamente, y otra más, porque, con el olvido puede hacerse uno cómplice infame de un delito, tal vez imperdonable. Olvidar, callar, volver la mirada hacia otro lado, es consentir. La memoria existe para algo. Por ejemplo, para que al recordar experiencias vividas o conocidas, no se pise en falso en el futuro. Esto es importante. Por lo que hay que cuidarla mucho, sobre todo para tener presente que hay gente buena en el mundo realizando actos ejemplares que dan luz a la vida. Gente capaz de hacer grandes cosas, de tratar de atajar males que devoran sin compasión la vida incluso de los ajenos. Personas como Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, que coincidiendo con el nacimiento de su primera hija, ha donado el 99% de las acciones que posee en su compañía, a causas benéficas.

La filantrófica cesión está valorada aproximadamente en 45.000 millones de dólares. Pero no es la primera vez que Mark Zuckerberg y su esposa han hecho donaciones millonarias para causas nobles en USA. Entre ellas pueden citarse los 75 millones para un Hospital de San Francisco y 120 millones para las escuelas sin recursos de la Bahía de San Francisco. Hablamos naturalmente de dólares. Si el bien y el mal actúan en la vida como un boomerang, es muy posible que sus acciones encuentren recompensa, sobre todo de las personas que se han visto favorecidas con su desprendimiento. La virtud del agradecimiento hace milagros en la persona que da y en la que recibe. Hay gente buena. Cada cual tiene sus problemas individuales, pero muchas de ellas en su cometido laboral no se olvidan de una sonrisa que alivia.

Las responsables de asilos y residencias que acogen ancianos y enfermos por un pago irrisorio, y a veces gratuitamente, siendo los acogidos aquellos que nadie quiere. El cuidado de estas personas dependientes no tiene precio, y eso lo saben muy bien los que asisten a los suyos en el propio hogar. Al otro lado están los que venden su alma por un puesto que les permita creerse por encima de los demás, aunque no lo hayan estado, no lo estén, y nunca lo van a estar. Quede en la memoria.

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