Opinión

Visitar el pasado

Melancolía. Imposibilidad de volver atrás. Ay, aquellos tiempos idealizados por el recuerdo que la mente se empeña en implantarnos como fantasmas visitadores. Prodigio creado por el borrado de etapas dolorosas y exaltación de momentos felices. ¿Existe el pasado? Mientras escribo esto, el presente ya es pretérito. Milagro del tiempo. ¿Pasa él o pasamos nosotros? ¿Cuánto daría usted, querido lector, por regresar a aquello que fue, aun a riesgo de llevarse una desilusión? Tratar de mirar atrás puede convertirnos en sal. Sin embargo, hay personas que correrían ese peligro, se arriesgarían.

¿Y merecería la pena? ¿Cambiarían ustedes, queridos lectores, cosas de poder hacerlo? Creo personalmente, que lo pasado, pasado está, y lo mejor es dejarlo así. Pero para aquellos que quisieran retroceder sin involucrarse en el experimento, las nuevas tecnologías, concretamente la llamada realidad virtual, ofrece los mejores viajes a través del espacio y puede hacer que se visiten pueblos y culturas, arte, ingenierías y arquitecturas de dos mil años atrás. Se podrán ver antiguas ruinas desde su sala de estar. A esto se le llama comodidad y una visualización extraordinaria para reanudar lazos con los que hicieron la historia. Ahora ya todo es posible, pero claro, sólo mirar, extasiarse ante aquello que hasta el momento no se podía imaginar porque era imposible llegar a ello. Y ahora con la pandemia menos todavía. Estamos sujetos.

Todavía no había llegado el virus, y antes se podían visitar los pasos del ser humano en cualquier parte del mundo. Pero sobre todo en los lugares en los que el arte alcanzó y abrazó la belleza más excelsa. Con este invento se podrán sobrevolar sitios como Baalbek, en principio llamado Helíopolis, “Ciudad del Sol”, ya el nombre es precioso, o contemplar el Templo de Júpiter “que se encuentra sobre bloques de piedra de tres mil toneladas” y “pesa más que los pilares de Stonehenge”. Esta información es facilitada por “Departures”, que cuenta el enriquecedor recorrido por las múltiples calles del año 2015 a.C. Todo ello sin pisar un avión, sin cargar equipajes, esperar turno, y sin pasar calor o frío. Este prodigio ha sido propiciado por Bernie Frischer, arqueólogo digital y fundador de Flyover Zone Productions. Y es que este mundo tan cruel, también a veces nos colma de alegrías. Como lo es esta.

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