Opinión

Amargas lágrimas

Hace tres meses, se aludía en esta columna al lugar de nacimiento -el pueblecito navarro de nombre “Milagro”- cuna de un dirigente político salpicado ahora por cierto turbio asunto. Pues bien: resulta que el sitio donde nació otro de los personajes envueltos en esa misma (presunta) corruptela se llama “Torrente”. Con todos los respetos para los oriundos de tan noble municipio valenciano, pocas veces se vio trama que diera para tanta chanza.

En aquella entrega, se citaba “The Milagro Beanfield War”, novela de John Nichols llevada al cine por Robert Redford, bajo el título “Un lugar llamado Milagro”. Quizás, por comparación, se podría pensar ahora en Torrente Ballester y su “Saga/Fuga de JB”, con paisajes del estilo Castroforte del Baralla (inspirada, por cierto, en la ciudad de Pontevedra); epítome de la novela fantástica y paradigma de una nueva era en la literatura nacional.

Pero, dados los mimbres con los que se ha tejido esta intriga -que van desde prostíbulos de medio pelo hasta clubes de fútbol de segunda (o tercera) división, pasando por marisquerías con reservado para ágapes en la más estricta intimidad-, parece ajustarse más otra saga, bien conocida por el público en general; léase, la del célebre policía interpretado por Santiago Segura, que ya va por la quinta entrega, quizás camino de la sexta.

Camino de la sexta, cierto es, también ha ido alguno que otro a intentar justificarse; aunque el torrente de declaraciones no ha hecho más que comenzar y ya hay, incluso, quien amenaza con desbordarlo en sede judicial. Quizás no saga, pero fuga habrá: bien conocen los expertos en proceso penal las ventajas de llegar el primero a un pacto con la fiscalía, dependiendo de la calidad y cantidad de la información susceptible de suministrar.

Aunque, si es por calidad de la información, ya hemos tenido alguna impagable muestra (impagable, pero “bien pagá”, como reza la copla) en los conceptos constantes y (mal)sonantes de varias transferencias hechas por bizum; expresiones que, por educación, no serán repetidas aquí, pero que son buena muestra de nuestro garbancero costumbrismo patrio perfumado de Varón Dandy, mezclado con ajo, como diría Victoria Beckham.

Así, mientras su amiga la Duquesa de Cambridge pide perdón en Inglaterra por haber manipulado una foto familiar suya, donde aparece con sus hijos -añadiendo, en verdad, mayor misterio a su tan enigmático como prolongado período de convalecencia, tras una operación abdominal-, aquí, su equivalente patrio a nivel “segunda dama” parece haber olvidado que la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también parecerlo.

Tal vez por ello, el tan cacareado “no todo vale” de la ministra de Hacienda ahora sí que vale; giro feminista -que tanto gusta- incluido, habiendo trascendido a los medios la inspección (de Hacienda, faltaría más), con denuncia de la Fiscalía incluida, que recae sobre un empresario autónomo, casualmente, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Por si el torrente de despropósitos no fuera ya lo bastante caudaloso.

En el oratorio “La caduta di Adamo” (“La caída de Adán”) del poco conocido -para el gran público- compositor barroco Baldassare Galuppi, una de las arias más bellas del protagonista empieza con la frase “amare lagrime ite a torrenti” (“amargas lágrimas brotan como un torrente”). Así pasa cuando alguien es expulsado del paraíso por morder la manzana. Las mordidas es lo que tienen: acaban en amargas lágrimas. Como un torrente.

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