Opinión

Navidad electoral

Como todos los años por estas fechas, coincide la emisión del mensaje navideño del jefe del Estado, S.M. el Rey, con la Nochebuena. Así, como si de un Papá Noel algo más espigado se tratase, se cuela en nuestras casas a las nueve de la noche, continuando la tradición consolidada por su padre. Aunque poco o nada queda de aquél célebre “me llena de orgullo y de satisfacción”, con el que solía encabezar sus intervenciones el Emérito.

Y menos mal que no lo hizo en Nochevieja, porque a más de uno y de una igual se le iban a atragantar las uvas, dado el tono del discurso, en el fondo y en las formas. Pues si alguien pensaba que Felipe VI iba a pasar de puntillas por la situación política actual, casi nada más comenzar despejó cualquier duda, anunciando que se iba a centrar en dos asuntos: la defensa de la Constitución y la unidad del país. A dónde hemos tenido que llegar.

No debió de hacerlo tan mal cuando, como era de esperar, salieron acto seguido en tromba los minipartidos que sustentan la coalición de gobierno más inestable de la democracia -con permiso de la anterior- a criticar el discurso; dado que, como han venido dejando claro siempre que tienen ocasión, la Constitución no les vincula y la unidad nacional les contraría. Eso sí, la mayoría cobran su sueldo como diputados del Congreso español.

Si hubiera que destacar una frase impactante del discurso, podría ser cuando señaló que “evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos”. Muy bien escogida la palabra “germen”, en su doble significado como principio u origen de algo, pero también como microorganismo patógeno. Tras la covid-19, solo nos faltaba una pandemia nacional de discordia.

Pero, cuando ya creíamos haber superado toda clase de estupefacción política, para asombro de propios y extraños, casi con un día de retraso, sale la presidenta del partido socialista a valorar el mensaje regio -con pintoresco decorado incluido- viniendo a señalar que, en realidad, ellos comparten punto por punto todo lo expuesto por el monarca, sin darse por aludidos en absoluto por su mensaje, al menos, en apariencia. En fin, vivir para ver.

Casi coincidiendo con el discurso real, se acaba de publicar este martes en el Diario Oficial de Galicia el Decreto 150/2023, del día 25 -Navidad, o sea- por el que se disuelve el Parlamento gallego y se convocan elecciones, previstas, como es bien sabido a estas alturas, para el próximo día 18 de febrero, dados los plazos que requiere la convocatoria. Es, no obstante, la crónica de una convocatoria anunciada.

Los comicios gallegos se celebrarán así justo después de los carnavales, en febrero, mes inédito a efectos electorales en Galicia, debiendo remontarnos al año 2009 para encontrar un momento semejante. De aquellas, un primero de marzo marcó el inicio de las cuatro mayorías absolutas que obtendría Alberto Núñez Feijoo como presidente de la Xunta. Parece, entonces, que la fecha elegida promete, al menos, para el candidato del Partido Popular.

Un simpático video viral muestra al actual presidente de la Xunta, y candidato a la reelección, al volante de un autobús, donde va recogiendo a diferentes rostros populares en su camino hacia el 2024. Rueda Galicia así rumbo al penúltimo asalto de este largo ciclo -que finalizará con las europeas de junio-, tras el movimiento audaz de ese adelanto electoral. Aunque, como ya dijo Virgilio en La Eneida, “la fortuna sonríe a los audaces”.

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