Opinión

La comandante no tiene quién le escriba

No es la primera vez que un ministro de Defensa se considera equivocadamente miliciano, olvidando que lejos de defender al ejército en realidad es su administrador, y que a quien debe lealtad y explicaciones es al pueblo soberano representado en las Cortes, pese a que desde su escaño lo haya olvidado. Los gestos, ademanes o las actitudes, son faltas que no se circunscriben al ámbito parlamentario sino que transcienden a la calle. Pretender silenciar a un representante legal de los ciudadanos es darle una bofetada en los morros a todos los españoles. Más le vale que afine porque corren malos tiempos pre electorales, y ya que nadie paga la mala gestión en los juzgados, al menos al electorado le queda el derecho de pataleta en las urnas.

Aparentemente el meollo del asunto es que Pedro Morenés se ha endiosado. Pero nada más lejos de la realidad. La controversia subyacente del conflicto de la comandante Zaida Cantera ha pasado de largo sin que nadie haya querido caer en ella. La cuestión objetiva es que el Ejército se ha encontrado con una militar pujante y con suficientes arrestos como para batirse con sus superiores en los juzgados. Ahí está la clave de la disputa, porque apoyada en sus galones, en una institución donde la promoción es progresiva por escalafón, apenas le quedaban dos telediarios para ascender a teniente coronel, y así sucesivamente hasta general, pudiendo incluso aspirar a liderar el Alto Estado Mayor.

Ahora, Defensa se halla ante la disyuntiva de revocar el nombramiento de Lezcano-Mújica, apoyándose en que el oficial ha sido condenado por “abuso de autoridad” y “trato degradante” hacia Zaida, o hacer coro con Morenés mirando para otro lado, excluyendo de la cadena de mando a una mujer, porque en el fondo, muy a pesar de su intrépido papel, mujeres heroicas como María Pita no pudieron aspirar a superar el rango de alférez. Quizá la milicia aún no está preparada para la igualdad de sexos.

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