Francisco Lorenzo Amil
TRIBUNA
Lotería y Navidad... como antaño
Si hubiera un concurso de inventos y vocablos de desbarre político, la factoría de fango y bulos se llevarían el primer premio de largo. Lo último de los escribientes y propagandistas de Moncloa es el lanzamiento por boca de Pedro Sánchez de la idea sublime de “una multinacional ultraderechista” con sede en Madrid bajo liderazgo de Isabel Díaz Ayuso. Inasequibles al desaliento y obsesionados con la presidenta madrileña, los redactores populistas del relato vuelven a derrapar en las peligrosas curvas de la comunicación política electoralista. Y así, reinciden desde el lodo judicial que envuelve al Gobierno y la familia de Sánchez en un ataque despiadado a Ayuso con el caso de su novio, el ático y otros asuntos archivados por la Justicia. Aunque la estrategia política tiene una gran manga ancha y se retuerce a destajo, la moda epistolar, la máquina del fango y otras licencias como la “multinacional ultraderechista” surgen con un Fiscal General, un ex-ministro y número 2 del PSOE, una esposa y un hermano imputados en medio de sucesivas cesiones al chantaje de sus distintos socios y la sumisión ante un prófugo con sede en Waterloo.
La multinacional es la nueva aportación del sanchismo a la élite de la política española
Se define multinacional como la organización con intereses y actividades establecidas en varios países. De modo que la multinacional sanchista difunde un discurso ultraizquierdista o ultraindependentista que trasciende las fronteras de España. Los decretos ley, la amnistía o la investidura de un perdedor de las elecciones generales se negocian fuera del país bajo la vigilancia impuesta de un mediador internacional. Por tanto se puede pensar que la verdadera multinacional ultrasanchisa tiene conexiones exteriores tales como la connivencia con regímenes totalitarios comunistas como Venezuela y Cuba, intereses inexplicables más allá del espionaje de Pegasus como el episodio del Sáhara con Marruecos o el reciente alineamiento con la organización terrorista Hamás frente a Israel. La diferencia fundamental, a juicio de respetables analistas políticos, es que la supuesta “multinacional ultraderechista” no tiene capacidad de decidir sobre el Gobierno Sánchestein de España mientras que la “multinacional sanchista” toma decisiones que afectan al bien común de los españoles y el territorio nacional por razones de partidismo político. Que se identifique el discurso “ulraderechista” con Trump, Milei, Meloni o Ayuso, elegidos democráticamente con luz y taquígrafos, no es lo mismo que identificarse con el régimen de Maduro, en el poder tras un escandaloso fraude electoral certificado por la comunidad internacional.
La multinacional es la nueva aportación del sanchismo a la élite de la política española. Una licencia virtual para mítines, redes sociales y público cafetero que se parodia a sí misma. La multinacional es el descubrimiento a las libertades del sanchismo desbocado e impositivo en un mundo globalizado. La multinacional es otro ingenioso sketch del monologuismo sanchista que causa más estupor que gracia y tanto pasmo como sopor.
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