Porque en el fondo, el "entendido" es solamente un señor que todo lo encuentra mal, al que no le gusta nada de nada y debería irse al cuerno
Si vas al fútbol con un entendido ya se puede decir que has tirado los cuarenta euros de la tribuna, porque el entendido de fútbol es el verdadero “acusica” de todo lo malo. No hay futbolista que tenga alguna pega: que si es un chupón, que si sólo le gusta a él, que no pasa el balón si compañero mejor situado, etc. (A más de las cosas que son su padre y su madre que tampoco es moco de pavo, aunque esto último suele decírselo a los árbitros y a los jueces de línea).
Al salir del campo de fútbol llevamos la impresión de haber asistido a un espectáculo infecto, sin que basten para convencernos de lo contrario, los aplausos y las ovaciones que escuchamos que sonaron y todas las demostraciones de entusiasmo de ese público que “no entiende”
El mismo amigo entendido nos lleva otro día a ver un musical. Porque también entiende de música. Un cantante da unos gritos que hacen enloquecer a la gente y decir “bravos”. Nuestro amigo no aplaude.
- ¿Por que no aplaude, hombre?
- Ha rozado una nota.
- ¡Pero si no ha sido más que una!
- Ha desentonado.
- Entonces, ¿por qué aplaude toda esa gente?
- Porque no entiende.
Y en el estreno de una obra de teatro nota enseguida que es inverosímil que en la calle Cervantes se hable del número 197, cuando la calle Cervantes tiene solo 132 números.
Porque en el fondo, el “entendido” es solamente un señor que todo lo encuentra mal, al que no le gusta nada de nada y debería irse al cuerno.
