Opinión

LA VOLUNTAD

Hace apenas unos años que todavía circula la moneda 'voluntad'.


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No sabemos cómo se inició su recogida, pero lo cierto es que ya hoy ha cesado su oferta y demanda.


La gente, que a lo mejor se negaba a pagar un impuesto del Estado o una multa por circular por dirección prohibida, jamás dejaba de hacer honor a su voluntad.


Con la moneda 'voluntad', la economía parecía marchar sobre ruedas. Pero llegó la inflación, la crisis, las cotizaciones acusan auna gran baja y la voluntad se requiebra, pero debería tratarse de arreglar esto.


No voy a decir que la voluntad se haya extinguido. No. La voluntad, la buena voluntad, no ha desaparecido, sigue existiendo. Y los ayuntamientos, los municipios deberían tomar cartas en el asunto y lo mismo que velan porque no desaparezcan tradiciones como ciertas romerías o costumbres folklóricas, hagan una moción a favor de la voluntad. Que exija a ciertos dependientes, mujeres del hogar, recaderos que cobren 'en voluntad' como los políticos cobran en 'oro'.


Claro que para estimular a la parte demandante convendría imponer a la parte demandada un tope mínimo. Pongamos, por ejemplo, que la voluntad empiece en dos euros. Una especie de tarifa de arranque, mejor dicho, que presuponga que por bajo de esa cifra, en lugar de llamarse voluntad se llama 'mala voluntad'.

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