Opinión

Assange

En este país dotado de notabilísimos personajes a los que apenas se da relevancia, suelen triunfar los de apellido extranjero aunque sus méritos estén por demostrar. Si además ese extranjero es un poco canalla y se enfrenta a problemas con la justicia, tiene el éxito asegurado.

Cuando Junqueras no había conocido todavía las penurias carcelarias ni Puigdemont se había fugado a Bruselas presumiendo de exiliado, que no lo es, el cerebro gris de los independentistas, Oriol Solé, tuvo la idea de buscar un “gancho” internacional que hiciera suyas las ideas de los independentistas y las difundiera urbi et orbe, y el primer nombre que le vino a la cabeza fue el de Julian Assange, el australiano que llevaba más de cuatro años encerrado en la embajada de Ecuador en Londres, donde había solicitado y obtenido refugio. 

Acusado de difundir  secretos de varios Estados a través de Wikileaks, una plataforma creada por él mismo, también debía hacer frente a una denuncia por violación y otra de abusos sexuales en Suecia. No sale de su encierro por miedo a Suecia y a Estados Unidos, y han sido vanos todos los esfuerzos de sus abogados y del gobierno de Ecuador para que el Reino Unido le autorizase a salir de la embajada y dirigirse directamente al aeropuerto con destino Quito.

Assange recibió encantado la propuesta de Soler, y le faltó tiempo para utilizar las redes sociales, y sobre todo su exceso de tiempo libre, para hacer bandera de la causa independentista catalana. Seguramente no tenía noticia de que hubiera un movimiento independentista en Cataluña hasta que le contactó Soler, pero se convirtió en un fanático antiespañolista hasta el punto de que sumó a su causa a la actriz Pamela Anderson, que visitaba a Assange en la embajada. Todo un esperpento del que llegaron a quejarse algunos independentistas que creían, con razón, que aquella historia se les estaba yendo de las manos. Precisamente porque se iba de las manos, intervino el presidente de Ecuador para prohibir a Asssange que, mientras estuviera refugiado en su embajada, hiciera incursiones en la política interna de un país amigo, España. Assange dejó su actividad, no le fueran a poner en la calle londinense, pero tras las elecciones  y aprovechando el paréntesis navideño, ha sido protagonista de una nueva peripecia: durante unas horas,  su dirección de twitter ha estado anulada, intervenida, cortada o lo que sea. Silente. Hasta que ha vuelto a reanudarse, pero ahora hay dudas de que sea realmente suya o se trate de un usurpador.

Con quien niños se acuesta mojado se levanta. Acudir a un personaje como Assange  tiene peligro. En estas fechas complicadas, más que debatir sobre  qué independentista cuenta con más méritos para gobernar en Cataluña, el debate se centra en quién y por qué ha boicoteado a Assange. En cuanto a su fiebre independentista, pocos se engañan: se desvaneció en  cuanto el gobierno de Ecuador le dio un toque.

Te puede interesar