Opinión

Cartas abiertas con ideas cerradas

Estoy observando estos días en nuestra querida La Región una profusión de cartas abiertas: A los ciudadanos de Ourense, a los del mundo, a los votantes de tal, a los votantes de cual, a Donald Trump, al cielo etc. En primer lugar, las cartas deben ser cerradas, por definición, lo otro, mejor llamarles proclamas, discursos, llamamientos, arengas, etc. Después, ya que deseamos que las lea todo el mundo, lo mejor es dar una oportunidad a los que piensen de otra forma, pero no, lo que observo en todas ellas, es que en ningún momento sus autores dejan hueco para otras alternativas, todos lo tienen claro, todos saben exactamente lo que hay que hacer, ninguno duda de que sus ideas son las mejores, que digo las mejores, las únicas, ninguno utiliza un lenguaje del tipo; "pues yo creo que debiéramos estudiar... tal vez fuera mejor ..." o algo así, es decir, en el plan de; ¿ Y sí probamos por el otro camino, tal vez lleguemos antes ahorrándonos un dineral que podríamos emplear en otro proyecto más necesario, por qué no lo estudiamos juntos , qué ventajas tiene el que Vds., plantean? ¿De verdad compensa tanta inversión? O también que optaran por un estilo más respetuoso que tanto echamos de menos, como por ejemplo; “Sabemos que Vds., hacen todo lo que pueden, pero tal vez debieran escuchar nuestras propuestas, cuatro ojos ven más que dos..." o similar. Pero no, no, ni parecido, aquí unos son los que saben, los que tienen la fórmula mágica, los íntegros, los dignos, y los otros, unos desgraciados, unos corruptos, unos miserables hijos de , en fin, lo de siempre, y después se extrañan. ¿Qué diferencia hay entre los buenos y los malos del Trump, y los no es no del uno, referendum sí o sí del otro, Brexit es Brexit de la otra, y similares intransigencias? ¡Ay señor, señor! ¡Llévame pronto! Que diría la Blasa del amigo José Mota.

En una de esas cartas aparecía una pregunta un tanto desgarradora al estilo de esas que lanzas al viento en el resignado modo de: ¿Qué habré hecho yo para merecer esto? Esperando que no te contesten; pues has hecho el gilipollas, tío. ¿Qué parte de gilipollas no entiendes? Pues muy sencillo, amigo, el personal, ante la duda, prefiere lo malo conocido, tampoco es tan difícil de entender. En un momento dado, todos tenemos dudas, si nos tientan, hasta cambiaríamos de trabajo, de ciudad, de amigos, de patria, de casa, de coche o de lo que se tercie, pero vas y te acuerdas de aquello de; “ virgencita, virgencita, que me dejen como estaba”. Pues eso.

El problema es que cada vez, sobre todo debido a que los que en otros tiempos nunca pudieron decir nada porque les daban de ostias hasta en el carnet de identidad, cosa que está mal , muy mal, eso sí, ahora no paran de largar, piensan que tienen soluciones para todo, pero al final, con tristeza, compruebas que lo que parte el bacalao, es lo de siempre, la chicha, la tela, y entonces, ves que dimiten de sus cargos en el partido porque no se aguantan, tio/tía, pero se quedan con el escaño, vamos, con la pasta, y encima te dicen que tienes que elegir entre el Aznar o el Rajoy, entre el Sánchez o el Pachi, el Errejón o el Iglesias, entre las puertas giratorias y las ansias de venganza, entre los de la casta y los de la caspa, entre el cáncer o el infarto, y entonces, si te dejan, coges los mandos; del avión, del coche, de la moto o de la tele, da igual, y así, recordando otros inviernos, no podrás evitar una mirada cariñosa y nostálgica a tu compañera/o si es que no estás con tu soledad, y dulcemente te pones a soñar, si es que ya estás en el sofá. Y este es tu momento, querido amigo mío.
 

Te puede interesar