Opinión

Un mundo raro

Siempre lo fue, ya lo decía aquella inolvidable canción del mexicano José Alfredo Jiménez: "Cuando te hablen de amor y de ilusiones/..... Te diré que llegué de un mundo raro". Pues ahora no te cuento nada, amigo José Alfredo, ahora la cosa va de locos, simplemente, locos con bombas, locos con fusiles, cuchillos, tanques, locos con su dios, con sus paraísos, locos, locos, locos, y por si faltaba algo, ahora llega un loco con camión articulado disfrazado de misil. Ya no va más.

Los niños de antes no teníamos televisión y nos íbamos dando cuenta del mundo que habitábamos y descubriendo los misterios de la vida, por las cosas que nos contaban nuestros padres, abuelos, curas y maestros que además, no tenían la más mínima duda de como tenían que educarnos, sabían perfectamente lo que teníamos que hacer, y lo que teníamos que no hacer, qué idioma teníamos que hablar, por dónde teníamos que ir, a quién teníamos que obedecer, o a quién teníamos que rezar. Eran tiempos de decisiones rotundas, de verdades trascendentes, principios fundamentales, proclamas infalibles y obediencias debidas en donde todo estaba claro, meridianamente claro, y así nos íbamos dando cuenta de que vivíamos en un mundo más o menos organizado; pero los niños de ahora, que no podemos evitar que vean en sus pantallas las terribles imágenes de cada día, no quiero imaginarme la idea que se estarán haciendo del mundo y de la época que les ha tocado vivir, sin haberles consultado y sin derecho a decidir si les resulta interesante.

¿Cómo hablarle ahora a estos niños de Blanca Nieves y los siete enanitos cuando no podemos evitar que desayunen todos los días con náufragos en las playas, atentados, explosiones, muerte, muerte? ¿Cómo hablarle de una Alicia en el país de las maravillas? ¿Cómo contarle el cuento de los tres cerditos para que se duerman, cuando todavía retienen en sus tiernas cabecitas las recientes imágenes del último atentado? ¿Cómo enseñarles a rezar y hablarle de angelitos, de cielos, infiernos y paraísos, si en nombre de las creencias religiosas, sus fanáticos seguidores han cometido y siguen cometiendo los mayores atropellos y atentados? Cierto que unas religiones no tienen nada que ver con otras. ¿O sí? Y que también en su nombre se han hecho las mejores acciones en pro de la humanidad, pero también puede ser que, amparándose en ellas, algún perturbado confesor convenza a una feligresa fiel de que su semen es un elixir divino que le va a curar todos sus males y de paso, perdonarle sus pecados. De paso.

Y entonces es cuando el abuelo no tiene respuesta, no sabe, no contesta, está solo ante la duda, sin entender a los que, antes y ahora, tuvieron siempre las cosas claras, tan claras, que igual saben a donde ir, como saben a quien rezar, por quien morir, o a quien votar, y si volvieran a nacer, después de haber dejado todo atado y bien atado, lo volverían hacer igual, y entonces no se le ocurre otra cosa que, cogiéndole la mano, decirle; mira niña, no siempre es así, también hay cosas bonitas, hay razones para la esperanza, ya verás como vas a ser feliz, seguro, lo que pasa es que vivimos en un mundo raro. Pero merece la pena, de verdad, te lo prometo, es más, te lo juro por el sol, la luna y las estrellas en este atardecer del caluroso verano del 2016, frente al mar, cuando cumples ya tres años. ¡Qué mayor¡ Felicidades.

Te puede interesar