Opinión

Solo hay dos sistemas, solo dos

A la hora de plantearse la vida, cuando empiezas a pensar, pensar, pensar…, ese es el gran problema y, por qué no, la gran ventaja que tiene el Homo sapiens (y señora, no sea el demonio que la tengamos) sobre las demás especies, por eso somos los reyes de la creación, ¡vaya!, nada menos, y por eso mismo la gran diferencia que tenemos con ellas, además de las consabidas y posibles patas, rabos y cuernos, es el hecho de pensar.

No es que los demás animales, con los que compartimos nuestro planeta Tierra, no piensen; claro que piensan, piensan, por supuesto, pero, entre nosotros, nada que ver. Ellos, los que llamamos animales irracionales, solo piensan en comer y en reproducirse, esos son los únicos proyectos en su vida, no tiene más ambiciones, devociones ni ilusiones.

Desde el día en que empezamos a dar los primeros pasos en la carrera de la vida, vamos descubriendo nuestros gustos y aficiones y a decantarnos por un deporte, por una ciencia, lectura, pintura, baile o música, por una ideología o por una religión. A veces, seguimos los pasos de nuestros progenitores, parientes, amigos o profesores, pero otras veces elegimos caminos totalmente diferentes y, dependiendo del lugar donde hemos crecido y de las necesidades y circunstancias del momento, terminamos haciendo cosas que van con nuestras aptitudes y con nuestros gustos, con nuestra vocación o afición, como quieran, pero otras veces, por necesidades del guión, que diría el artista que se desnuda, nos vemos obligados a vivir haciendo una cosa que no nos gusta, que no va con nuestras aptitudes ni con nuestra afición.

Un taxista me reconoció el otro día, ante las evidentes dificultades que se iba encontrando en el trayecto, que llevaba cuarenta años en la profesión y que no le gustaba conducir, pero era lo que le había surgido y de lo que vivía. Esto es como el que pone un bar de copas y es abstemio, doble trabajo, doble esfuerzo. Lo ideal, si vives en una zona del mundo en la que puedas elegir con relativa libertad, es que puedas enfocar tu futuro viviendo de una profesión en la que te encuentres a gusto y puedas desarrollar tus conocimientos, aptitudes y, pudiendo ser, también aficiones. El problema surge cuando te encuentras en un país en el que no eres libre de elegir, en el que no tienes libertad o incluso, por razones de seguridad, te veas obligado a escapar. 

Sobre todo, desde el punto de vista económico, solo hay dos sistemas.

El que se basa en el, por supuesto injusto, despiadado y salvaje, sistema capitalista; el que llamamos sistema de libre mercado, en el que la economía se rige por las leyes de la oferta y demanda y la intervención del Estado está muy limitada. El otro sistema, es el que llamamos de economía planificada o centralizada, donde el Estado fija las normas, los precios de las cosas y demás condiciones en las que tienen vivir sus ciudadanos.

Todas sabemos los países donde están, o han estado vigentes ambos sistemas, todos sabemos los resultados, los pros y los contras de uno y otro, por lo que no voy a insistir en el tema. El libre mercado ya sabemos que tiene muchos problemas, decimos que es el de la ley de la selva, de acuerdo, pero es que vivimos en un mundo injusto por naturaleza, esto tendremos que admitirlo y no está en nuestras manos el poder cambiarlo. 

En la España -España ésta de mis pesares- y en su Gobierno ya sabemos que conviven, o mejor dicho, malviven, dos tendencias, los dos sistemas. 

Unos que están todo el día con la matraca, desde la mañana temprano, pensando (con los problemas que trae esto de pensar), la forma de solucionar todo a base de órdenes y decretos, diciéndonos lo que tenemos que comer, a qué animales poder matar, y los precios a los que tenemos que vender ( topar dicen ellos, los y las pobres). ¿Es ignorancia, ingenuidad o mala fe/leche? Y los que defienden el libre mercado, en el que ya admitimos que el Estado debe intervenir para corregir excesos.

Lo que pasa es que, cuanto más vayamos en contra de la libertad de mercado, de que un empresario se haga rico vendiendo batas o camisas o que un fabricante pueda exportar una máquina que ha inventado, más llamadas habrá al amigo del ministro para que nos dé una licencia o una subvención, a más fiestas y puteríos tendremos que ir con el Tito Berni de turno, para que encontremos unos ingresos que no conseguiríamos poniendo una frutería, porque nos obligarán a topar los precios y arruinarnos a impuestos para que sus señorías puedan seguir legislando alegremente.

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