Opinión

La mentira

Que los adversarios políticos se acusen de mentir es una tradición hasta el punto de que esas invectivas apenas se recogen en las crónicas porque se trata de un recurso gastado. Pero hay ocasiones en que esas invectivas trascienden el debate y logran convertirse en un referente del enfrentamiento político.

Hasta ahora el ejemplo paradigmático era la de quien fuera secretario general de la UGT, Nicolás Redondo, hacia quien lo fue de CC OO, Marcelino Camacho: “Mientes Marcelino y tú lo sabes”. Han pasado cuarenta años desde entonces, y la frase debe ser incomprensible para muchos jóvenes ayunos de historia reciente. Susana Díaz candidata a liderar el PSOE ha hecho una puesta al día: “No mientas, Pedro. No mientas cariño”. Un toque afectuoso mientras guardaba la daga ensangrentada. 
 

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