Opinión

La puntilla

A muchos jóvenes se les escucha decir ante el más mínimo acontecimiento que lo que les ha pasado, bueno o malo se lo ha devuelto el karma como consecuencia de alguna acción previa igualmente buena o mala. Es como si todos los chavales se hubieran convertido de repente en expertos en filosofías orientales como los hippies californianos seguidores de Alan Watts. El karma se la ha devuelto al tenista retirado francés Yannick Noah que cuando los deportista españoles, en especial Rafa Nadal, brillaban en las competiciones mundiales arrojó un manto de sospechas al afirmar que parecían haber bebido de la ‘pócima de Obelix’. Que se dopaban, vamos. Ahora vive la vergüenza del dopaje en sus propias carnes, porque a su hijo Joakim, jugador de baloncesto en los Knikcs de la NBA, le han pillado dentro de la marmita. La primera y la quinta leyes del karma han sido implacables con él.       
 

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