Una encuesta publicada este domingo ha situado al PSOE por encima del PP en intención de voto, en parte por el tirón que ha supuesto la elección de un nuevo líder al que se le concede el beneficio de la duda. Pero es el propio Pedro Sánchez el que parece empeñado en dilapidar el crédito que se da a quien se presenta como adalid de la renovación. Y se lo pone muy fácil a sus adversarios, al tiempo que hace que reaparezcan las dudas en su entorno electoral. Por las ocurrencias. Porque no se puede lanzar ideas como si fueran flores para horas después tener que rectificar, porque las propuestas están poco pensadas. Si quiere que las encuestas le sigan sonriendo, Pedro Sánchez haría bien en pensar más y hablar menos.
