Opinión

Aquellos trofeos del Corpus

Durante las antiguas Fiestas de Corpus había unos “números estrella” de saraos atractivos, como eran la Batalla de Flores, el Descenso del Miño, el Festival de la Canción y como no, el Trofeo de Corpus de fútbol.

Memorizamos que por el Estadio del Couto pasaron con tal motivo grandes equipos de primera línea, en amistosa pero seria disputa del “Corpus” que ya empezaba a tener cierto prestigio, como (que yo recuerde) Celta, Deportivo, Las Palmas, Sporting de Braga, Stal Mielee de Polonia, Valladolid,… Ath. Bilbao, en el que por cierto empezaba a ser figura el fabuloso Iríbar, que llegó a venir al Couto con rango de internacional, y que tuvo la gentileza de fotografiarse con todos los aficionados orensanos que se lo pidieron al final de aquel partido (no hago memoria de contra quien). Curiosamente todas esas fotografías las hicieron en las puertas de entrada de aquel pequeño vestuario de “esquina” que el Couto tenia junto al corner derecho-este, y que los aficionados de antaño recordareis; hoy aún se conservan del mismo sus escaleras de acceso desde el exterior del estadio.

El campo se abarrotaba con más de 6.000 espectadores en sus gradas de General, Lateral, Tribuna y Marcador, localidades que ya habían sido sustituidas por las de hormigón y asiento corrido, con lo cual había flexibilidad para alojar mayor número de espectadores si ello era necesario; solo era cuestión de apretujarse un poco más. Antes de empezar el correspondiente encuentro, la Banda de Municipal de Orense ofrecía un miniconcierto de música popular desde el centro del campo, lo que proporcionaba más vistosidad a los prolegómenos.

Era todo un auténtico lujo deportivo en fiestas: campo, equipos, afición, ambiente… Las calles de la ciudad, especialmente Ervedelo y alrededores del campo, eran un hervidero de gente que concedía gran importancia al evento; y Orense rebosaba de un jolgorio poco usual. Los puros habanos humeaban debajo de los sombreros del personal, la ocasión lo merecía. Había que entrar en ambiente para poder atender a todos los acontecimientos que las fiestas nos ofrecían; pero en especial al Trofeo de Corpus en el Couto.

Tenían hasta un grado de singularidad, porque “el partido” se empezaba a vivir varios días antes, en las calles, en los corrillos, en los bares… No dejaba de ser fútbol amistoso, pero que se le daba tanta importancia como hoy a un internacional entre clubes de élite, en aquellos tiempos en que no existía la tele para embobarnos como ahora, con el deporte de la patada al balón en la Primera división nacional, u otros atractivos vistos por televisión. Porque el techo del aficionado local estaba en la “Tercera”, representada por Club Deportivo Orense, y hasta no hacia mucho tiempo por la Unión Deportiva Orensana. O en los encuentros de “gran categoría” disfrutados a través del oído, es decir escuchados por la radio, quienes se podían permitir el lujo de disponer de ella.

Los equipos visitantes cada año marcaban un interés inusitado; nada de “pachangas en el juego”; ni de presentarse con sus equipos filiales para cumplir. Esas trampas no las ponían en práctica los clubes que aceptaban venir a Orense con gusto, y deseaban llevarse el goloso trofeo a sus vitrinas. Hay que decir que además de un alto valor artístico de aquellos “copones” -fabricados por cierto por un conocido orfebre local y previamente expuestos durante varios días en el escaparate de Barreiros, en la esquina de Paseo con Capitán Eloy- eran motivos de gran invite para que los orensanos futboleros acudieran al Couto a ver “fútbol de lujo”. Seguramente si hubiera tenido continuidad en las organizaciones de los susodichos trofeos que daban nombre a nuestras fiestas y ciudad, hoy estarían a la altura de los grandes veraniegos, que todos conocemos en nuestro país; aunque posiblemente en decadencia por las consideraciones de la crisis. Como todo.

Pero ya son historia; nada es perdurable. Las circunstancias económicas fueron cambiando, aun sin tener que esperar unos años a la llegada de la recesión del 72; y que con ella empezó a menguar la contratación de aquellos partidos, por las correspondientes comisiones municipales de fiestas, para nuestro deleite. Los orensanos, acostumbrados a ver el fútbol más modesto, considerábamos un súperlujo los eventos; que además enaltecían los festejos, dándoles un caché especial, al que acudían aficionados en autocares desde las villas de toda la provincia, con pancartas de “Saludo a Orense, a sus fiestas de Corpus y a los equipos participantes”.

Haber traído estas pinceladas al recuerdo, y aunque solo sea un poco por encima estas historias de los 50-60, ha sido por la insistencia de muchos veteranos aficionados, que aun conservan con gran orgullo aquellas fotos hechas al lado del legendario Iríbar.

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