Opinión

Kosovo sigue siendo un problema

Kosovo es el corazón de Serbia, detened la violencia”, el cartel, en caracteres, lo vieron los asistentes al torneo de Rolland Garros en el que competía Djkovic, serbio cuyo padre nació en Kosovo. Posteriormente Djokovic, en rueda de prensa hizo declaraciones mas precisas defendiendo su posición y relatando los hechos históricos de ese país que proclamó su independencia hace tras la disolución de la antigua Yugoslavia. La ministra francesa de Deportes dijo que había considerado la actitud de tenista “poco apropiada”, pero ese tenista de fama internacional, con ese cartel lograra que medio mundo tuviera información sobre el conflicto de Kosovo.

Pertenecía a Serbia hasta que se proclamó república independiente en 2008, y pocos países reconocieron ese estatus más allá de Estados Unidos. Hoy sin embargo gran parte de Europa admite que es un país independiente, aunque los problemas con Serbia se mantienen.

La minoría de origen albano impone su criterio, y el último conflicto se ha vivido días atrás con unas elecciones municipales a las que solo presentaron candidaturas albanokosovares. La participación no llegó al 5 por ciento, pero el resultado ha sido aceptado por el gobierno. Consecuencia: se suceden las manifestaciones de serbokosovares que protestan por la situación, y la violencia se ha incrementado de tal manera en las calles que las fuerzas de Naciones Unidas apostadas en Kosovo hacer años para garantizar la paz, Kfor, se han visto obligados a intervenir, sin que los manifestantes respetaran su situación de fuerzas neutrales, que vieron cómo una treintena de sus integrantes eran heridos por la multitud manifestante.

Si hace veinte años la muerte de Tito provocó la desintegración de la antigua Yugoslavia, formada por países que en muchos casos sentían una profunda rivalidad entre sí, Serbia, Croacia, Bosnia y Montenegro, la fórmula de que cada uno de ellos recuperara su independencia anterior a la Segunda Guerra Mundial, lo que estabilizo la convulsa Centroeuropa, pero queda latente desde entonces el problema kosovar.

Este estallido actual es la constatación de que la política se equivoca cuando considera que se resuelven los problemas con cambios de fronteras: no solucionan nada si no se tienen en cuenta las cuestiones derivadas de que distintas religiones, culturas y razas luchan por un mismo territorio.

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