Opinión

Ourense duerme

Recuerdo cuando en el año 2000 llegué a Ourense, me encontré con una ciudad moderna y que nada tenía que envidiar a otras urbes gallegas a las cuales conocía mejor. Lo que más me gustó y me atrajo de esta ciudad fueron sus gentes, su trato amable y, lo más importante, el enorme orgullo de vivir en esta ciudad y en esta provincia. 

Han pasado ya 20 años. 20 años con una crisis económica que hizo su mella al igual que en otros lugares. Crisis que en muchas ciudades y pueblos han sabido convertir en oportunidades porque han mirado al futuro sin miedo a los cambios, adaptándose rápidamente a nuevas metas muy ambiciosas en las que el desarrollo sostenible era y es el engranaje de todo. 

Ahora estamos en una nueva crisis, más intensa, pero se espera que más breve que la anterior y nuevamente tendremos una oportunidad para sumarnos al futuro adaptándonos al ritmo rápido de los cambios que se avecinan. 

Volvemos a estar en esa encrucijada de caminos en la cual podemos decidir si de nuevo quedamos atrás y seguimos queriendo la ciudad y la provincia del siglo pasado o miramos sin miedo hacia un futuro lleno de oportunidades. 

Pero ahora que estamos aquí ante una nueva oportunidad Ourense duerme. Duerme porque ya no tiene el orgullo de hace 20 años, duerme porque no tiene ilusión por despertarse y ver qué hay de nuevo a la vuelta de la esquina. Dormimos porque nos sentimos solos, porque sentimos que quien debe velar por nuestro futuro y ejercer de buenos progenitores ya no vienen a arroparnos por la noche ni a darnos ilusiones para un nuevo día.

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