Opinión

Para gustos hay colores

Oeso se suele decir, que para gustos hay colores. Será así. 

Cuando en estos artículos toco ciertos temas, sobre todo los relacionados con religiones las visitas, compartidos y correos que recibo protestando o adhiriéndose se multiplican. Por supuesto no tengo las visitas que tienen muchos articulistas de este periódico, de más enjundia que yo. Pero se multiplican. Eso me ha hecho pensar a menudo que debería centrarme más en esas cosas que suscitan tanta polémica. Ya saben: muchos se hacen famosos incordiando.

Normalmente linko este artículo mío a mi blog, mi twitter, facebook, google, linkedin y unas cuantas plataformas más; y lo envío a unas doscientas direcciones de correo electrónico de amigos, conocidos y lectores. Gracias a todos. A los que les gustan los artículos y a los que no, aunque solo sea por aguantarme.

En ocasiones cuando el tema tiene que ver con religiones los comentarios se disparan exponencialmente. Recuerdo uno entrañable de alguien a quién no conozco que me calificó de "Barrabás". ¡Qué bonito!, sobre todo porque el malo de la historia no fue Barrabás, sino el pueblo judío que exigió su liberación y Poncio Pilato que la aceptó, así que hasta me sentí honrado con el insulto.

La verdad es que procuro escribir siempre en un tono amistoso aunque también sea irónico o ácido. Pero mucha gente se molesta con ciertas cosas solo por sus gustos, inclinaciones o creencias y como apunta el título de esta columna, para gustos hay colores.

Por ejemplo, yo siempre he aborrecido las novelas de mar, navales, etc. Será porque soy de Ourense, tierra adentro. El hecho en sí solo revela sobre mi que literariamente soy un ignorante. ¿Cómo no me gustan Salgari, Stevenson, o más recientemente Patrick O'Brian y otros autores parecidos? 

Las únicas novelas de barcos que me han gustado en mi vida y me han gustado mucho, fueron Lord Jim, Moby Dick y Nostromo. La segunda es además una de mis novelas favoritas. No solo eso, la considero una de las mejores novelas de la historia. Única. Pero siendo adolescente siempre que empecé a leer una novela de barcos y me encontré de pronto perdido, navegando malamente entre el trinquete, el palo de mesana, la proa y la popa, la vela cuadra y cosas así a cada línea, tuve que tirarla directamente a la papelera. No soporto ese lenguaje marinero. Manías o gustos, ¿quién sabe?

A mis amigos que tienen barcos o les gusta navegar les fascinan las novelas de barcos. Es lógico. Pero a mí no, aunque adore el mar tanto como ellos, o más.

Tal vez las religiones son un poco como barcos. Quizá. Quizá es que hay gente a la que le gustan y gente a la que no. Quizá es que hay gente que sabe navegar y gente que se ahoga. Yo me ahogo. Para gustos hay colores, dije al principio. ¿No era eso? En fin, no sé qué pensar. En cualquier caso... llamadme Ismael.

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