Opinión

¿Qué más da?

La absurda polémica porque Felipe VI se quedó sentado y/o se puso en pie sucesivamente durante el inesperado paseo de la espada de Bolívar que por cierto no es la espada de Bolívar, ha resultado fabulosa. Sobre todo porque revela la catadura no tanto de Felipe VI, sino de otros que se llenan la boca criticando a quienes no les gustan y son los primeros en manipular cualquier bulo si les conviene.

Como hemos sabido después, en la toma presidencial de Gustavo Petro no iba a aparecer dicha espada pues el presidente saliente Iván Duque no había autorizado su exhibición. En cuanto Petro tomó posesión de la presidencia ordenó que la trajeran, algo que no estaba previsto, así que algunos mandatarios de la tribuna de invitados, no solo nuestro rey sino también los presidentes de Argentina o Costa Rica ni se enteraron y siguieron sentados al paso del símbolo.

Es obvio para cualquiera con dos dedos de frente que en el interludio tanto Felipe VI como los demás que no se habían puesto de pie fueron informados de lo que pasaba, así que a la salida de la espada sí que se pusieron de pie en señal de respeto.

Bien, esto está claro. Como también está claro que alimentar o fabricar falsas interpretaciones no es solo patrimonio de la derecha. A la izquierda también le gusta eso. Si Felipe VI se hubiera quedado sentado todo el tiempo o se hubiera puesto de pie las dos veces, la polémica se habría producido igual con otro enfoque.

Yo tuve una amiga que tenía un perro gigantesco. A veces mi ex y yo íbamos a comer con ella y con el perro. El perro estaba muy bien educado. Lógicamente teníamos que ir a restaurantes que admitieran al perro, y era del tamaño de un poney, metía miedo. Su dueña le decía “échate” y el perro se tumbaba bajo la mesa y no se movía ni hacía un ruido durante toda la comida. Cuando nos levantábamos para irnos el perro se levantaba también, y entonces los comensales de las mesas contiguas se llevaban un susto de muerte, pues no tenían ni idea de que había estado un montruo semejante a su lado todo el tiempo.

¿Por qué les cuento esto que parece no tener nada que ver con el asunto del rey? Pues porque yo a mi Atticus, un chihuahua, nunca le he enseñado órdenes como “siéntate” o “échate” porque total pensaba yo cuando él era cachorro, el pobre ocupa lo mismo sentado que de pie y no asusta a nadie con su presencia. Sin embargo esas órdenes son socialmente importantes en el caso de un gran danés. Sí que le enseñé a Atticus, claro, órdenes como “quieto” para que no cruce la calle, “cruza ahora”, o “ven aquí”, que me parecían más útiles y beneficiosas para él y para mi.

Así que me pregunto: ¿Qué más da estar sentado o de pie? Depende, ¿no? 

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