Opinión

Trompadas

No sé si se han fijado ustedes pero Donald Trump es un señor que dejando aparte sus supuestas ideas (si es que tiene alguna, cosa que dudo) ha conseguido en todo el planeta algo genial. Y me refiero a la pronunciación de su nombre. 

Dependiendo del país en el que se lo mencione, de la latitud, lengua o cultura se lo llama de tres formas distintas: Tramp, Tromp o Trump. Estoy esperando oír Tremp o Trimp algún día, que son las dos vocales que le quedan de las a, e, i, o, u que nos enseñaban de niños en parvulitos, pero estoy seguro de que hay sitios donde lo pronuncian así, con "e" o con "i", aunque todavía no nos hayamos enterado. Quizás en el Ártico o en el Pacífico ¿quién sabe? Tal vez los inuits dicen Trimp y los filipinos Tremp. No hay muchas cadenas de radio o televisión en el Ártico o en Mindanao, así que no tengo datos fiables.

El caso es que Donald Tramp, Tromp o Trump es un revolucionario del lenguaje, un adelantado. La RAE ya está estudiando el asunto y tomando nota. El tema es interesantísimo. Yo me apellido González y cuando viví en Nueva York me llamaban siempre Gonzales con ese, como aquel ratoncillo de dibujos animados de la tele, "Speedy Gonzales", no sé si lo recuerdan, era un ratón mexicano muy veloz. Pero nunca tuve la suerte ni el honor de que me llamaran Gonzalas, Gonzolos o Gonzulus. 

En cambio Tramp, Tromp, Trump sí. Y eso es un mérito que hay que reconocerle a ese hombre hijo de emigrantes escoceses y alemanes que se ha construido a sí mismo y ha hecho una gran fortuna personal a costa de no pagar impuestos e intentar vendernos la alucinante historieta de que él, en lugar de hijo de su padre es hijo directo de George Washington. No sé si eso tendrá algo que ver con el misterioso asunto de la pronunciación de su nombre. Sospecho que sí. Habrá que estudiarlo.

El título de este artículo, "Trompadas", se refiere a que según muchos estudiosos y comentaristas Donald Tramp, Tromp o Trump desde el principio de su mandato como presidanta, presidonto o presiduntu de los Estados Unidos de América se ha comportado como un elefante, no sé si en una cacharrería, dando trompadas a diestro y siniestro. Y sigue haciéndolo aunque ya esté fuera del mapa.

Pero no quería yo hacer de esta columna una crítica ácida ni mucho menos. Sino tan solo una simple reflexión meditada sobre el lenguaje. En realidad envidio a Tramp, Tromp, Trump. Y desearía que a mi me llamaran en lugar de Víctor, Váctar, Vóctor o Vúctur. Vúctur sería un nombre genial para un villano malísimo de película de dibus, de ésos que quieren destruir el mundo. Esta es una buena idea, está decidido, llámenme Vúctur... doctor Vúctur.

Trompadas. O sea lo que hacen (se supone, creo) los elefantes cuando tropiezan con su propia trompa.

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