Opinión

La banca gana

Apenas dio inicio la rueda de prensa posterior a la reunión mensual del Consejo de Gobierno del BCE, el ÍBEX-35 cedió cerca de 100 puntos en cuestión de minutos, tras constatar que -como estaba previsto- la autoridad monetaria mantenía invariable la política monetaria. En el turno de preguntas, y sólo porque el presidente, Mario Draghi, mostró su predisposición a variarla en la próxima convocatoria (junio), sumó cerca de 200, para concluir a escasos 80 del máximo anual. Entre los sectores más beneficiados, los de mayor vocación exportadora y, como ya viene siendo habitual, el financiero, con alzas superiores a los dos puntos porcentuales.

Los primeros, por presumir que la intervención que se avecina -cualquier que sea- relajará la asfixia que la fortaleza del tipo de cambio del euro -en máximos desde 2011 frente al dólar- provoca en la evolución de un negocio que se desarrolla, además, en un contexto interno que amenaza deflación. Lo que penaliza las ventas propias en el exterior y lastra nuestra competitividad, al tiempo que incentiva las compras de producto ajeno. En definitiva, toda una losa para la demanda externa cuando todavía languidece la interna.

Y el segundo porque su negocio saldrá reforzado cualquiera que sea la intervención, bien por un recorte adicional en los tipos de interés bien, por la activación de un programa de compra de activos financieros, aún pendiente de concretar. En otras palabras, en el plazo de un mes sabremos si se abarata, todavía más, su coste de financiación en la ventanilla del BCE y si se autoriza la posibilidad de hacer líquida una parte significativa del balance, como es la comprometida en deuda concedida al sector público (bonos soberanos) o al sector privado empresarial. Por el momento, ambos segmentos han ganado atractivo e incrementado su precio, como demuestra la relajación de la rentabilidad exigida a la renta fija privada y de la propia prima de riesgo, por debajo de los 150 puntos básicos. En un contexto todavía parco en ingresos, pero de regeneración del negocio bancario, restablecimiento paulatino de márgenes y punto de inflexión de la morosidad, ha dejado de inquietar que -en otro orden de posibles iniciativas- el BCE condicione la provisión de liquidez a la concesión finalista de crédito. O que castigue, con un tipo de interés negativo, el depósito de fondos ociosos. En cualquier caso, la banca gana.

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