Opinión

La deuda europea en el atlas mundial

Google sorprendía la pasada semana con uno de sus particulares homenajes, al celebrar el 503 aniversario del nacimiento de Gerardus Mercator (1512-1594). Este matemático y cartógrafo flamenco, uno de los primeros en utilizar el término Atlas para designar una colección de mapas, debe su notoriedad a un sistema de proyección cartográfica cilíndrica que destacó -entre otros aspectos- por situar a Europa en el centro del mundo y por respetar las formas de los continentes pero no sus tamaños a escala. Tildado, cinco siglos después, de eurocentrista, imperialista y colonialista, Mercator no tenía más intención que la de facilitar la navegación marítima de sus coetáneos.

El caso es que sólo cuatro días después de aquella cortesía del gigante tecnológico, el BCE ha situado la deuda pública de la eurozona -Grecia excluida- en el centro del Atlas mundial de la deuda al dar inicio a su programa de compra de bonos soberanos. O a su soberano programa de compra de bonos, si nos atenemos al volumen estimado de tan magna campaña: 60.000 millones de euros mensuales hasta, al menos, septiembre de 2016. En síntesis, el BCE va a comprar compromisos de pago, sin alterar precios ni plazos ni, por supuesto, perdonar deuda. ¿Cómo? Haciendo uso de la mayor de sus potestades en régimen -con matices- de monopolio: producir dinero nuevo. Esto es, con dinero fiduciario, como es el de hoy en día, y sin más respaldo que la confianza que merece su manejo de la política monetaria y que le merecen sus deudores, a los que lleva años reclamando seriedad, compromiso y reformas estructurales.

La existencia de un comprador enorme y seguro, como es el BCE, ha disparado el precio de lo comprado y desplomado las rentabilidades exigidas a las nuevas emisiones de deuda. Así, el Tesoro español acaba de emitir bonos a 10 años al 1,023%, mínimo histórico, y letras casi gratis. Lo que, al mismo tiempo, activa la posibilidad de refinanciar la deuda más gravosa (cara y a corto plazo), amortizándola de manera anticipada con deuda nueva (más barata y a plazos medios más amplios). Con pompa y glamour, lo que los Estados van a hacer con el amparo del Banco de bancos no difiere de lo que pretenden tantas familias en apuros que acuden a financieras para unificar deuda y reducir cuota. Reivindicando a Mercator, consultar la cartografía y navegar hasta que escampe.

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