Opinión

NO TODO 'BALE'

El teatro ha desarrollado, a lo largo de la Historia y en diferentes épocas y sociedades, una importante función social; la de convocar y reunir a toda la ciudadanía en una experiencia común, en la que mujeres y hombres de diferente clase y condición terminaban por descubrir y compartir pasiones. Hoy en día, es el deporte el que -sin duda- ejerce este ministerio, siendo el fútbol el más popular y multitudinario de todos. Por eso se equivoca profundamente quien piense que el fútbol es sólo deporte: un simple juego que acaba siendo importante para millones de personas, como es el caso, deja de ser simple y de ser juego.


Hasta no hace mucho, era precisamente en los estadios donde explotaban tensiones veladas de tipo étnico, religioso, regional o de clase. Hoy, el multiculturalismo, la laicidad y, en general, la globalización, han laminado muchas de estas pasiones. Al tiempo, el fútbol ha terminado por convertirse en una pasión en sí mismo, con influencia sobre la vida y el calendario de un país. O asimilación del propio país en aquellas escuadras que son 'més que un club', que las hay dentro y fuera de Cataluña. Sólo eso explica, en uno como el nuestro, la laxitud que caracteriza el trato que la Administración pública dispensa a las empresas que desarrollan esta actividad deportiva a nivel profesional. Recalificaciones urbanísticas impensables en otros sectores, impagos reiterados, opacidad fiscal en las fichas que han servido para acoger a buena parte de los futbolistas más caros del mundo, utilización privada de espacios públicos o deudas crecientes con Hacienda y Seguridad Social no son más que un puñado de ejemplos de un apoyo público -más o menos explícito- que despierta inquietud en la Comisión Europea.


En definitiva, el fútbol es, en su formato actual, poder, política, economía y finanzas, sociedad, adhesión e identidad, opinión pública e, incluso, cultura; dinámicas fundamentales que rigen el destino de medio mundo, y que permiten interpretar el 'once contra once' desde una perspectiva antropológica. El fútbol es, en síntesis, poder. Pero no todo 'Bale' en uno de los líderes internacionales de las ligas del desempleo y el fraude fiscal. Ni siquiera fichar a Neymar.

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