Opinión

Caquita

El nuevo portavoz del PP en el congreso de los diputados, Rafael Hernando, dijo hace unos días que los de la formación Podemos "se presentan como don Limpio, pero en cuanto le pasas el algodón están cubiertos de suciedad, por no decir de caca". Este ha sido su estreno como vocero en el parlamento del partido que apoya al gobierno de la nación. Majete el chaval. No crean que es la primera vez que de su boca salen perlas dignas de enmarcar; este diputado fue el que soltó que los hijos y nietos de los ejecutados durante la dictadura franquista, y que aún hoy buscan a sus muertos por las cunetas y descampados, solo se movían por el ánimo de cobrar una subvención pública. A eso se le llama sensibilidad y comprensión del dolor ajeno. O también nos sorprendió diciendo, en relación con el gravísimo problema de la desnutrición infantil y de las penurias que están sufriendo miles de niños en este país, que sí, vale, que “puede haber casos puntuales de desnutrición”, pero que eso es una “responsabilidad que corresponde a los padres”. Así que, para él, los padres de los niños que pasan hambre seguramente son unos delincuentes, hacen dejación de las funciones inherentes a la patria potestad, son unos maltratadores y hasta un pelín sádicos, pues gozan con el llanto de sus hijos malnutridos que no tienen un mendrugo de pan que llevarse a la boca. Tremendas declaraciones.
Por eso hemos de alegrarnos del cambio de registro operado en su labia; la portavocía del grupo parlamentario exige ser comedido, nada de exabruptos ni de palabras malsonantes. Caca. Sí, es preferible hablar de caca que de mierda, eso está claro: La acepción caca, y más aún su diminutivo caquita, tiene un toque tierno; cuántas veces habremos oído decir a la madre o a la abuela eso de que “¡uy!, el bebé se ha hecho caquita!”. Y toda la familia sonríe, embriagada de pura ternura, alrededor del cambiador de pañales.

Como también lo hicieron los asistentes que escucharon embelesados las palabras de Hernando. Sí, fue decir esa frase e imaginarse todos a los Iglesias, Monedero, Errejón y compañía envueltos en caquita. Tierna estampa. ¡Y qué alegoría tan bien traída al caso!: los locos de Podemos no se han estrenado aún en política (a salvo la corta experiencia de sus cinco diputados en el Parlamento de la Unión Europea), lo que significa que no están enfangados hasta las cejas, como sí lo están, por ejemplo, los dos partidos mayoritarios. No voy a recordar ahora sus innumerables casos de corrupción, para qué, pero sí sus naturales y escatológicas consecuencias; hoy los españoles están hartos de tanta mierda que supura la vida política española, de tanto miasma que rezuma por doquier. Y por eso, y porque Hernando es portavoz de uno de esos partidos, solo utilizó la palabra caca para referirse a los miembros de Podemos, pues dentro de la suciedad aún hay grados, ¿no creen? Bien pensado, el portavoz de PP ha hecho un perfecto ejercicio de proporcionalidad. Hoy en España, para ensuciarte de lleno tienes que tener bastón de mando.

Solo le añadiría un matiz a tan sabia reflexión del portavoz parlamentario: igual que muchos ven pajas en ojos ajenos pero no quieren reconocer las vigas que ciegan los propios, así el que habla de cacas en otros debería antes sacudirse la inmundicia que impregna sus ropas. Pues si la caquita es perdonable (¡cómo vamos a reprender a un niño que aún no controla sus necesidades!), el adulto que está hasta arriba de barro (por no decir de otra cosa) a causa de sus desmanes no merece compasión alguna. Y tampoco tiene autoridad moral para enseñar limpieza al niño que empieza a andar.

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