Opinión

Campaña y pedir para la fiesta

La candidatura de una formación política que se presenta en un municipio ourensano de menos de 3.000 habitantes lanzó un vídeo tan pronto principió la campaña con la tradicional pegada de la cartelería física en el que los miembros de la lista exponen el programa. La primera impresión al recibir un mensaje del candidato fue fantástica: el rural se sube al carro tecnológico, con una buena conexión y un teléfono en la mano se llega a todo el planeta sin desatender la faena o para qué te vas a ir a Madrid o a Berlín si no vas a vivir mejor que en Verín, aunque sí rodeado de más gente para acceder a los mismos sitios.

Un segundo vistazo al vídeo con las propuestas modificó la sensación sobre la efectividad de las redes sociales para lograr el objetivo electoral en unas locales muy locales, aunque no rebajó el reconocimiento a la buena intención y a las ganas de trabajar de esta candidatura para gestionar un pequeño concello y más con lo que cuesta elaborar una lista. Solo por el curro con ilusión, pero sin soldada y el trago de ponerse a largar delante de una cámara merecen todo el respeto. El nombre de la formación se omite a propósito porque el entusiasmo tiene que sumar en vez de restar.

Durante más de 20 minutos con el mismo plano, dato que indica que la grabación fue hecha con un móvil y un trípode tras darle al botón sin que medie la mano de un equipo profesional, los aspirantes detallan la situación del municipio y sus propuestas para mejorar la vida de los vecinos en función de las obligaciones que les tocará asumir si cuentan con los votos necesarios.

El vídeo acaba resultando cansino como la homilía de un cura novato ante su primera iglesia llena, pero se presupone que la candidatura no desatenderá la necesidad de ir casa por casa para pedir el voto a la cara. La campaña electoral en un concello con poca población se asemeja al trabajo de los componentes de la comisión de fiestas que no les queda más remedio que superar la timidez e ir rascando euros como aquellos vendedores de enciclopedias a puerta fría para sacar adelante la verbena. Como se confíe la recaudación a lo que los vecinos ingresan voluntariamente en la Fila 0, el santo quedaría sin velas y el palco sin orquesta. 

Te puede interesar