Opinión

Contar votos o cadáveres

A lboreaba el 27 de junio de 2005 y sin viento que reseñar cuando Federico Trillo y sus chicos de Génova entraron con paso firme en la Audiencia de Pontevedra. Tenían la indisimulada intención de perpetrar lo necesario para que el PP le arrebatase un escaño al PSOE en el recuento del voto de la emigración. Había dudas sobre ese diputado. Los emigrantes pontevedreses podían dar un vuelco al resultado que una semana antes habían decidido las urnas. La agonizante era de Fraga se agarraba a los resultados de las elecciones anteriores para soñar con la mayoría absoluta. Durante toda la semana deslizó continuas insinuaciones sobre la validez de las sacas venezolanas por la relación entre los presidentes Chávez y Zapatero. 

Era un momento de esos grandes. El día del 74 aniversario de la proclamación de la anecdótica Primeira República Galega, como apuntó la eurodiputada del BNG Ana Miranda cuando pasada la medioanoche se conocieron los resultados definitivos. No fue fácil el recuento de aquellos 36.000 sufragios de los que se validaron 30.948. Los periodistas zascandileaban entre las mesas para llevar una anécdota a la libreta por un sobre con el voto del gallego Ibrahim o por las anomalías en las papeletas. La presencia de Federico Trillo era caza mayor, máxime tras su desafortunado paso por el Ministerio de Defensa con el accidente del Yak 42 con siete decenas de cadáveres mal identificados o la Guerra de Iraq. 

Tras una de las impugnaciones realizadas por Federico Trillo y rechazadas por la Junta Electoral –pidió la suspensión provisional del recuento a última hora de la tarde–, el exministro pasó por delante de un grupo de periodistas con viento de levante. "¿Es más fácil recontar votos o cadáveres?, preguntó alguien en voz alta. Pudo haber sido el inolvidable e irrepetible Nacho Mirás con su afinada retranca o pudo ser otro compañero porque todos pensábamos lo mismo del personaje, pero Trillo se giró con cara de mala leche hacia este chófer de anécdotas y preguntó: "¿De qué periódico eres?". Cuando escuchó 'La Razón' se piró con cara de no comprender nada. El mismo careto se nos quedó a muchos cuando años más tarde el PP lo nombró embajador ante Reino Unido.  Sólo en política los cadáveres resucitan. 

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