Opinión

La desatención telefónica

Si alguna vez ha tenido la mala pata de necesitar el servicio de atención al cliente de una gran empresa, sabrá el significado de desesperación. El otro día a un colega le cortaron la línea telefónica sin avisar porque el banco había devuelto la última factura. La coña es que la tarde anterior un comercial se había puesto en contacto con él para colarle un nuevo producto con un montón de descuentos en abrevaderos, restaurantes y garitos de ocio. Y el pobre, además picó.

A la mañana siguiente se encontró que el móvil, el fijo y la línea ADSL no daban señales de vida. Sólo funcionaba el servicio de atención telefónica. Desde el otro lado del charco le confirmaron que efectivamente la compañía había cortado la línea y que nada se podía hacer hasta que pagase la cantidad adeudada. Con un cabreo gigantesco, preguntó a la operadora por qué no la habían llamado para advertirle del impago y en cambio habían tenido el papo de colarle un maravilloso producto que nada tiene que ver con la actividad primigenia. Ante la imposibilidad de una comunicación fluida, reclamó un operador que hablase en galego; pero 'amiguiño', eso ya no cuela porque no había nadie disponible y tendría que esperar unas horas. Y además, la teleoperadora tuvo el morro de sugerir que si estaba contento con la atención recibida, podía puntuarla con un 10 cuando a continuación lo llamase el departamento de calidad. Al final, el hombre tuvo que recorrer media ciudad porque nada podía hacer para contactar con su entidad financiera.

Con los bancos pasa algo parecido cuando no le ves la cara a la persona que está detrás del teléfono. La contraria estuvo ayer dos horas intentando solucionar los problemas que acarrean los nuevos identificadores bancarios como el IBAN, y acabó explicándole el programa a la persona que la estaba atendiendo. "Sabes tú más que yo", reconoció la operadora sin empacho.

La tecnología facilita la vida, pero también nos convierte en esclavos de unos aparatos que nos alejan de lo cercano. "Aunque tenga que recorrer diez kilómetros, yo prefiero verle la cara a la persona con la que estoy hablando. Hay más posibilidades de saber si me está engañando", comentó hace tiempo un tipo que secretamente es un sabio. Si tiene que llamar a este tipo de servicios, paciencia. Dicen que es gratis.

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