Opinión

A Sanxenxo se va por París

La Comisión Europea recomienda a España "coherencia" respecto a las restricciones de movilidad que aplica a sus ciudadanos y a los de los otros estados del club. Bruselas no está para ofrecer muchos consejos después de esparcir la duda sobre la seguridad de la vacuna AstraZeneca –"efectiva para cualquier edad adulta, más barata y fácil de manejar en una campaña masiva pero está envuelta en una sucia guerra comercial", según opina el comité clínico que asesora esta columna–, pero ver a un gabacho teletrabajando litronas en Chueca o a un alemán pillando tono ensaimada en Mallorca mientras un asturiano no puede cruzar el río Eo para pisar Galicia le tendría que chirriar hasta al que asume el papelón de justificar el cierre perimetral por comunidades. 

"Cualquier ciudadano de este país puede ir a Berlín, París o Bruselas", argumentó la ministra Carolina Darias en el programa 'El Objetivo' que pilota Ana Pastor. "Y cualquier ciudadano que venga de otro país tampoco se podrá mover porque tiene las mismas restricciones que cualquier ciudadano español. Eso es importante decirlo". Está bien saberlo, pero el madrileño, el leonés o el palentino no quiere unas vacaciones de aventura en tiempos de pandemia por Berlín, París o Bruselas, sólo pretende ventilar la casa que mantiene todo el año en Laxe, Sanxenxo o Foz cumpliendo las medidas sanitaria sin tener que pasar por París. 

El candado perimetral para evitar una ola como la que provocó la Navidad con las reuniones de familiares y allegados sólo se sostiene con la reciente celebración del día del padre. Habrá estos días un aumento de positivos de covid, si la estadística no falla. Hasta que toque homenajear a las madres el primer domingo de mayo en el calendario no aparecen comidas de peligro homologable. El personal suele relajarse donde siempre se ha sentido seguro y en casa de mamá y papá no puede pasar nada malo. Hasta que sucede. Levantar la restricción perimetral en Semana Santa sería equiparable, para evitar el colapso hospitalario, al riesgo asumido durante el pasado verano cuando la euforia de Sánchez despegó y dio la pandemia por derrotada, pero con una parte de la población más vulnerable ya vacunada. La presión necesita válvula de escape. 

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