El diputado socialista Méndez Romeu compara la presencia del presidente Feijóo en la Televisión Galega a la de Fidel Castro en los medios cubanos. Tiene razón. El diputado popular Agustín Baamonde critica que el José Ramón Gómez Besteiro, presidente de la Diputación de Lugo y líder del PSdeG, no da un paso sin que lo enfoque una cámara de la escuela de imagen que financia la institución que dirige. También tiene razón. Y mientras el uno y el otro contabilizan las apariciones del líder de la otra fuerza política, la audiencia, más sabia de lo que creen, cambia de canal.
Populares y socialistas han vuelto a apalabrar el impulso de la ley de la CRTVG, tres años después de ser aprobada, para garantizar la independencia de los medios públicos. Estos buenos propósitos se olvidan cuando uno llega al poder, llámese Fraga, Touriño o Feijóo.
Hubo un presidente de comunidad autónoma que llegó a ministro que controlaba hasta el lado que lo tenía que enfocar su tele, porque creía de verdad que era suya. También hubo otro presidente de comunidad autónoma, alcalde y después ministro, que permitió que los profesionales de TeleMadrid trabajasen con independencia. Lo que consintió Gallardón lo atajó inmediatamente Esperanza Aguirre cuando lo sustituyó.
Hubo un presidente del Gobierno como José Luis Rodríguez Zapatero que dejó que en TVE se trabajase siguiendo criterios periodísticos, pero cuando llegó Mariano Rajoy prefirió apostar por el modelo de José María Aznar. La respuesta de la audiencia es cambiar de cadena, sobre todo en los informativos. La TVG tuvo el pasado mes de mayo un 8% de 'share', la mitad que en 2009 y el más bajo de la historia, como apuntó Méndez Romeu. TVE a duras penas supera el 10% de audiencia y se ha convertido en una máquina perfecta de quemar directivos, además de permitir que presentadores poco cualificados hagan el ridículo. En los medios públicos hay periodistas enormes, pero mientras estén al dictado del político de turno ni la audiencia ni ellos se creen las noticias que pagamos todos.
