Opinión

La tontería de protestar

Hasta da la sensación de que las hambrunas en África se alimentan para que las utilicen informativamente los que pisan moqueta. La concienzuda memoria anual de Cáritas alerta de que el 17,2% de la población gallega, nada menos que 472.580 personas, se "encuentra bajo el umbral de la pobreza" y 126.580, el 4,6%, está "en riesgo de pobreza severa". Estos dramáticos datos obtenidos por una organización tan ejemplar como Cáritas, incluso ha realizado una auditoría para aportar "transparencia y confianza" en tareas que suplen muchas veces las obligaciones de las administraciones, se compensan con un par de documentales en la tele pública para que el personal sepa cómo anda el patio por el mundo.

Hacen lo que les viene en gana con complicidades inmorales. El Tribunal Constitucional, nombrado por el gracioso dedo político, ha respaldado que se pueda despedir a un empleado el primer año sin indemnización alguna tras la reforma laboral acometida por el Gobierno central. A la espera de que algún día sea real la separación de poderes, el Consejo de Ministros presidido por el rey Felipe VI aprobó conceder a las mutuas capacidad desde el primer día para evaluar si un trabajador enfermo tiene que volver al tajo con la intención de reducir el absentismo laboral injustificado y ahorrar unos 300 millones de euros.

Estas decisiones constatan que Rajoy y sus chicos creen que la gente es vaga por naturaleza y que los médicos firman bajas con la ligereza del que despacha aspirinas contra el dolor de cabeza. La ministra Fátima Báñez insiste en que la decisión final será de un médico, pero tiempo, ya que al ritmo que lleva podría acabar dando altas un bedel a sueldo de una compañía privada con la disculpa del ahorro y el beneficio para los pocos de siempre. ¿Para qué protestar? En otros sitios están peor y podemos acabar estropeando su juguete.

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