Opinión

"A ver si no toca nada"

La mujer examinó el décimo de lotería del sorteo de Navidad que colgaba de la estantería del garito varias veces. No era ni bonito ni feo, sólo un número, al menos para los que no se embelecan por los juegos de azar. Comentó algo inaudible con su pareja y tras otro vistazo a la combinación solicitó al camarero un décimo. Muchos turistas aprovechan sus vacaciones para tirar los dados en distintas plazas con la convicción de que incrementan las posibilidades de que la suerte decida caer de su parte. El tabernero se giró con la displicencia del que no le gusta su curro o está hasta la boina de servir chatos, cogió el boleto de la balda y al entregárselo le espetó: "A ver si no toca nada, que así seguimos todos igual". 


Los que presenciaban la escena se quedaron cuajados. No se escucharon carcajadas ni siquiera murmullos de reproche ante el desafortunado comentario. Todos estaban pendientes de la reacción de la mujer ante la típica desatención en algunos establecimientos hosteleros de Galicia que no son capaces de cambiar las maneras de taberna ni de adecuarse a un turismo cada vez más exigente para que en el próximo puente desee repetir destino.


Ella recogió el número, abonó los 20 euros y tras besar el décimo respondió a la impertinencia con una sonrisa y buenas palabras: "Cuando te desean mala suerte hay más posibilidades de que toque. Muchas gracias".


El camarero intentó disimular como si no hubiese escuchado el atinado comentario preguntando por la comanda a un cliente que acaba de entrar en el garito. Cuando la mujer se marchó con su pareja recomendó a todos que no dejasen escapar la oportunidad porque ese número es apuesta segura tras los malos presagios del cantinero con aspiraciones a cenizo.


"Yo no creo en la suerte, es sólo una patraña para que nos dejemos la pasta", intentó justificarse más tarde el tipo. Ya en confianza, la clientela de cada día le reprochó su peculiar método de vender lotería y su pésima mano para agradar a los turistas mientras solicitaba el mismo número que se había llevado la señora. Al rato, también él metió la mano al bolsillo para apoquinar por un décimo. "No creo que caiga, pero no voy a ser yo el único que se quede sin él". Puede que él no continúe siendo igual de áspero aunque no le toque. Un premio. 

Te puede interesar