Opinión

Martinsa-Fadesa

Fernando Martín un poderoso promotor inmobiliario decide hacer una gran oferta a otro de los grandes del sector, Manuel Jove propietario de Fadesa. Era una operación que le proporcionaba a Martín la entrada en sectores de la promoción inmobiliaria en los que no tenía presencia. No sé cuánto influyó en Manuel Jove la situación familiar para aceptar la venta o si el motivo fue que percibía que la burbuja inmobiliaria estaba a punto de estallar. En todo caso está claro que el principal motivo para vender fue que la oferta era muy buena.


Ahora parece muy fácil señalar a Fernando Martín como un empresario que cometió un grave error, pero habrá que sumar a la lista de los equivocados a otros más: la empresa de tasación que valoró los activos y los bancos y cajas que concedieron los créditos para hacer la operación. Martinsa-Fadesa según la contabilidad gano 419 millones de euros en 2007, pero si hiciera caso de la tasación de otra empresa con la que trabaja hubiera ganado 1900 millones, al valorar mucho más los activos que aportaba Fadesa. Son como siempre juegos de la economía contable que es tan falsa que puede hacer creer que hay donde debe haber o donde no hay.


Con Martinsa-Fadesa se demuestra lo poco fiables que son las reglas del mercado que está tan mal regulado que las apreciaciones subjetivas, o las trampas contables, pueden hacerlo caer o crecer, sin que los motivos reales intervengan. En una promotora inmobiliaria lo que debería contar son las viviendas construidas, los compromisos de compra, los metros cuadrados que se tienen en propiedad, el dinero que entra y el que sale. Pero claro, cuando los activos pueden ser valorados, sin hacer trampas, de manera tan distinta, cuando la salida y la entrada de dinero no es hacer una suma o una resta, cuando todo se puede poner sobre el papel de la forma más favorable a los intereses de la empresa, es casi imposible controlar el mercado para que no de sustos tan grandes. Ahora se han vuelto rigurosos, los bancos y cajas analizando con lupa la concesión de créditos sobre todo a los promotores inmobiliarios pero también a los particulares que no son los culpables de la crisis.



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