aquí algo huele mal

Mientras estiro la pierna derecha para impedir que alguien abra la puerta, alargo el brazo izquierdo y busco en el bolso un pañuelo de papel; todo esto, intentando que mis posaderas no se apoyen en el inodoro. Y dirán ustedes... ¡Qué postura más rara para aliviar la vejiga! Pero seguro que los usuarios-as de los servicios públicos del Parque de San Lázaro, en Ourense, saben de qué les hablo: las puertas no cierran, el papel higiénico brilla por su ausencia y la limpieza deja mucho que desear.
Estas instalaciones, cuyo mantenimiento se sufraga con los impuestos de los ciudadanos, al igual que tantas otras que con el tiempo quedan abandonadas, son de uso público y por tanto debemos exigir a quienes nos gobiernan que las mantengan en buen estado.

Estos días en que las miradas se centran en nuestros políticos y en sus engrosados patrimonios de dudosa procedencia, me atrevería a decir que estos señores y los baños públicos de Ourense tienen dos cosas en común: están 'de mierda hasta arriba', y tras sus puertas, 'algo huele mal'.

Y por cierto, si para abrir la caja fuerte de alguno de los implicados en el caso Pokemon enviaron a un cerrajero, que envíen otro para poner cerraduras en las puertas de los lavabos, o los ciudadanos que no hemos cometido ningún delito nos quedaremos con el 'culo al aire'.

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