defraudadores de bata blanca

Hoy fui a una revisión de ojos a la consulta privada de un oculista. La consulta, entre gotita va y gotita viene, no duró más de cincuenta minutos. Me cobraron cien euros por ser la primera vez, y cuando pagué no sólo no me dieron factura, ni me preguntaron si la quería. Y cuando propuse pagar con tarjeta, me dijeron que no aceptaban tarjetas.
Pánfila de mí, no me atreví a pedir factura por miedo a que a los cien euros le sumaran el IVA. Así que, con rabia, pagué sintiéndome estafada y cómplice de un fraude fiscal de primera magnitud, sumado a los numerosos cómplices-pacientes que diariamente pasan por las consultas de médicos, dentistas y similares. Llevo años preguntándome cómo controla Hacienda a todos estos defraudadores de bata blanca y todavía no tengo respuesta.

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