DEFRAUDADOS, PARADOS Y DESAHUCIADOS

No es asumible que superada la primera década del siglo XXI, sean los ciudadanos quienes financien con sus impuestos los insultantes despilfarros de las distintas administraciones. Repugna, por ejemplo, el comprobar las caravanas de vehículos oficiales, blindados y de gran cilindrada en los que se desplazan los cargos públicos, con sus respectivos chóferes, asistentes y personal de seguridad, así como también los derroches en viajes inútiles, banquetes, etcétera. Asistir a este circo de despropósitos y ver como la clase política continúa dilapidando, es algo que atenta contra la ética y el más elemental sentido común.
Unido a lo anterior y producto de la cuestionable gestión gubernamental, cabe destacar que la lacra del paro, demostrándose palmariamente que el Ejecutivo no ha sido capaz de reducir el desempleo sino todo lo contrario. Ante tal panorama, y como quiera que las desgracias nunca vienen solas, hay que añadir la pesadilla de los desahucios. Es muy duro que un padre de familia pierda su puesto de trabajo, aguante unos meses percibiendo la prestación de desempleo y como premio reciba una notificación de desahucio y sin tener a quien recurrir; mayor amargura imposible. Que los ciudadanos sean expulsados de sus hogares es un drama, pero que algunos hayan recurrido al suicidio por desesperación y que tal tragedia sea la que propicie que los políticos se reúnan y la Iglesia lo denuncie ahora para buscar alternativas a que las familias no se vean en la calle es patético.

Una vez más ha sido necesario que se produzcan muertes para reaccionar y tomar medidas, algo parecido al reciente fallecimiento de las cuatro jóvenes en el recinto Madrid Arena. Nuevamente don Mariano ha pecado de pusilánime. En esta ocasión y ante el clamor social, nadie le habría criticado por hacer uso de su mayoría absoluta, ordenando hace tiempo la suspensión inmediata de los desahucios, y en paralelo la creación de una comisión parlamentaria con presencia de todos los partidos, para en el plazo más breve posible dar una solución legal a esta desgracia.

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