A pesar de lo que se nos quiere hacer creer, es un hecho más que evidente que no todos los españoles somos iguales ante la la Ley. Más bien diría que hay un trato desigual para una mayoría que ve cómo una inmensa minoría disfruta de ventajas legales por ser aforados, inmunes, impunes, e incluso, en algún caso, también inviolables, que es el no va más de la desigualdad.
Parece que no basta con disfrutar de los privilegios de determinados cargos institucionales, si no que es preciso, además, gozar también de tratos de favor para dilatar o eternizar las causas de forma que los “beneficiados” de tan singular trato se vayan de rositas y aquí paz y después gloria.
Se nos ha vendido la burra de tal forma que vemos a los aforados, a los inmunes, a los inimputables, e incluso, a los inviolables, como víctimas del sistema, de un sistema que, por normativa, les permite actuar como si la Ley no fuera con ellos.
Es una realidad, una triste realidad, que tenemos que aceptar porque sí, y porque es así también en todos los países de nuestro entorno. Es lo que tiene la Democracia, con sus luces y sus sombras, que nos obliga a comernos las sombras con patatas.
