De la docencia a la heráldica

n n nEn el día de ayer falleció don Luciano Fariña Couto, hombre que dejó una profunda huella en la sociedad ourensana y también en la pontevedresa, pues a ambas ciudades estuvo ligada su trayectoria vital. Su óbito acaba con un dilatado periplo personal de 95 años, a lo largo del cual destacó en varias facetas que le convirtieron en personaje destacado y respetado, por su saber y por la capacidad demostrada para transmitir a los demás la experiencia propia, que en eso consiste la tarea de los maestros y él lo fue.
Luciano Fariña fue siempre una personalidad destacada, al margen de su edad. En sus años mozos ya desempeñó papeles reservados para los escogidos, como dirigente juvenil en Cambados. Luego, ya adulto, se licenció en Historia y fue funcionario de prisiones. Sin embargo, en la España de la posguerra la docencia adolecía de personas con formación universitaria y ello le convirtió en profesor. En el hoy instituto Otero Pedrayo y entonces El Instituto, a secas, impartió clase de Geografía e Historia, en un centro en el que compartió claustro con gente dela talla de Vicente Alonso, José Osorio, Gómez Rico, Fernández gallego, José Amoeiro o Antonio Villanueva y formó parte también del grupo en el que figuraban Xaquín Lorenzo o Xesús Ferro Couselo.

Fue una generación con gran curiosidad por el saber y que al tiempo que aprendían iban volcando conocimientos en las varias generaciones de alumnos a los que dieron clase. En ese contexto, don Luciano Fariña obtuvo amplio reconocimiento de quienes pasaron por sus aulas, así como de quienes compartieron vivencias profesionales y personales con él. El ansia de conocimiento le llevó, además, por el camino de la heráldica y aunque dejó Ourense para asentarse en Pontevedra, su huella quedó bien marcada. De hecho, hace una década, de la mano de la Fundación Barrié, salió a la calle el 'Libro da Heráldica Galega', firmado por él, que se convirtió -todavía lo es- una obra de referencia en el campo de la heráldica. Su trabajo está citado en muchos tratados sobre esta materia y en gran número de tesis doctorales, en los que se le considera una autoridad por las aportaciones realizadas.

Su curiosidad y su capacidad se mantuvieron hasta los últimos tiempos. Ya nonagenario, todavía ejercía de maestro con quienes se acercaban a él para saber cosas del más distinto signo. Don Luciano había aprendido mucho en la vida y eso le capacitaba para responder sobre lo que le preguntaban. El legado personal y profesional será quien responda a partir de ahora de su solvencia.

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