El pobre ciudadano

Nos planteamos frecuentemente una vida en plácida, pero... ¿qué es la felicidad? Para muchos la felicidad es el estímulo de un corazón carente de preocupaciones ajeno a los bienes materiales que corrompen una humanidad catalogada por su capacidad económica, para otros el mero hecho de engrosar sus cuentas bancarias y disfrutar de una vida privilegiada entre obscenos desembolsos en ridículos artículos y majestuosas mansiones con vehículos en sus garajes de un indecente mantenimiento. 

Para gustos hay colores, pero la felicidad reside esencialmente en mantenerse orgulloso de uno mismo. 

Las carencias sentimentales de muchos ricos y pobres son las que definitivamente les causan frustración y ausencia de felicidad. El ciudadano normal, empobrecido por las malas gestiones de unos políticos descompensados continuamente por las nuevas corrientes populistas que regalan bellas palabrerías al pobre ciudadano, nos conduce a un empobrecimiento que no parece tener límites.

El ciudadano corriente se santigua en un ejercicio de misericordia por lo que queda por venir, recortes, reproches, deficiencias y desacuerdos.

Si la felicidad reside en corazón carentes de frustración, difícilmente podremos sonreír en este año encendido intencionadamente con elecciones políticas desafortunadas y una guerra europea que nos deja cara de idiotas y la sensación de que nos han apuñalado por la espalda.

La bolsa de la compra cada día pesa más, el combustible se raciona en los sótanos, el gas se busca en los confines del planeta y la electricidad nos deja electrocutados. 

El pobre ciudadano pasa por caja y los sueldos no se estiran, hoy en día es época de elección, ocio o necesidad. Las relaciones sociales en los bares con tertulia se limitan y el corralillo ciudadano clama soluciones que se ven tardías a todas luces.

Te puede interesar
Más en Cartas al director