El pasado día 2 de agosto de 2013, mi padre fue atendido en el servicio de Urgencias del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense por un traumatismo fortuito en la región ocular derecha. El médico que le atendió en urgencias tardó sólo nueve minutos en realizar la valoración, la orientación diagnóstica y el alta hospitalaria sin llegar a detectar la grave lesión que mi padre padecía: desprendimiento de retina, infección ocular y presencia de cuerpo extraño de 24 mm ubicado en la región infraorbitaria.
El día 5 de agosto volvimos al servicio de Urgencias debido al franco empeoramiento que había experimentado la lesión ocular de mi padre, y en esa ocasión nos derivaron al servicio de oftalmología. Los oftalmólogos que le atendieron realizaron las pruebas pertinentes para poder realizar el diagnóstico correcto de la lesión, la cual, debido a su gravedad, requirió de un mes de hospitalización y de dos intervenciones quirúrgicas. Ante esta situación decidí interponer una queja en el servicio de atención al usuario con el fin de que el jefe de servicio y la dirección del hospital supiesen que se había producido un error en la atención de un paciente y tomasen las medidas oportunas para mejorar la asistencia con el fin de prevenir posibles errores en un futuro. La contestación que recibimos del jefe médico del servicio de Urgencias del CHOU no sólo fue falsa, también indecorosa, debido al celo que mostró en tapar el error de su subalterno, pese a que los informes de alta contradicen la vergonzosa versión que el jefe de servicio plasma en su carta.
Supongo que este es el signo de los tiempos, el de no reconocer nunca los errores y el de no asumir las responsabilidades, el tiempo de esconder los principios morales o prostituirlos al servicio del corporativismo más salvaje.
Supongo que este es el signo de los tiempos, el de no reconocer nunca los errores y el de no asumir las responsabilidades, el tiempo de esconder los principios morales o prostituirlos al servicio del corporativismo más salvaje.
