JUVENTUD: NO RENDIRSE

No tienen nada que perder y sí mucho que ganar.
La juventud -ellos son lo mejor que tenemos- se ha echado a la calle para decir ¡se acabó! (¡por fin lo han hecho!) en lo que puede ser el comienzo de algo espectacular para este país con la rebelión de esa generación a la que un sistema político obsoleto ha relegado en la dejadez más absoluta. Sin trabajo y sin esperanzas de poder conseguirlo en el futuro. En estos momentos son la España entrañable, que demanda un líder político que sea capaz de afrontar las cosas de la vida pública y de mantener el timón de un gobierno firme con capacidad de hacer revivir la esperanza de los ciudadanos.

El movimiento juvenil ha ido ganando fuerzas porque somos miles de personas los que aspiramos a un país mejor, a una clase política íntegra con un nuevo gobierno que sea capaz de hacer frente a demasiado desencanto. Es la generación de esos jóvenes que ha vivido una infancia 'sobrada', mucho más que todas las generaciones que han existido antes, pero que muy bien puede que viva mucho peor que la de sus padres.

El hecho está ahí, en el descontento de toda una generación, para revelarnos que lo peor que podría suceder es que los ciudadanos dejen de creer en las instituciones. Nuestra juventud finalmente despertó de su letargo para convertirse en una ciudadanía activa y crítica, defensora del verdadero poder que emana del pueblo.

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