La configuración jurídica del derecho a la libertad religiosa en la civilización occidental está inspirada y transformada por el cristianismo, aunque el pleno reconocimiento de ese derecho humano sea un desafío para algunas civilizaciones orientales como la islámica y para algunos estados ateos como Corea o China.
Aunque el derecho de libertad religiosa es un concepto moderno, como el derecho a la igualdad y a la no discriminación, que junto a la distinción de los poderes político y religioso, constituyen los pilares de la alicidad estatal, ya que los asuntos temporales de la ciudad terrena responden a una lógica independiente de la religión.
La evolución dentro de la Iglesia católica en esta materia culmina en el Concilio Vaticano II, con la declaración conciliar sobre libertad religiosa, que ya no se centra en el derecho de la verdad, sino en el derecho de la persona a seguir la propia conciencia en materia de práctica religiosa, sin ingerencias ni del Estado ni de persona alguna, incluso en el caso de que su conciencia sea errónea desde el punto de vista de la verdad religiosa.
La evolución dentro de la Iglesia católica en esta materia culmina en el Concilio Vaticano II, con la declaración conciliar sobre libertad religiosa, que ya no se centra en el derecho de la verdad, sino en el derecho de la persona a seguir la propia conciencia en materia de práctica religiosa, sin ingerencias ni del Estado ni de persona alguna, incluso en el caso de que su conciencia sea errónea desde el punto de vista de la verdad religiosa.
