La Praza de Abastos de Celanova atraviesa uno de los periodos más duros desde su apertura. El edificio, que llegó a albergar a una veintena de comerciantes, subsiste gracias a sus dos placeras y sus fieles clientes.

La Praza de Abastos agoniza

Rosa Rivero y Manuela Dominguez regentan los dos únicos puestos abiertos. (Foto: M.A.)
Si nadie lo remedia, a la Plaza de Abastos de Celanova le quedan 731 días.
O lo que es lo mismo, los dos años que le faltan a Rosa Rivero para lograr la ansiada jubilación. Tras años de bonanza, que en la década de los 80 obligaron a una ampliación para atender la demanda de puestos, el mercado de abastos celanovés atraviesa uno de sus momentos más bajos. 'Trala marcha da pescadeira, fai un ano, só quedamos dous postos de venda directa e cando Rosa se xubile, si non ven ninguén para aquí, eu tamén marcharei', relata Manuela Domínguez, una de las dos carniceras que con su puesto mantiene abierto el inmueble de la Plaza das Pitas. Su compañera asiente: 'Un dos meus desexos é xubilarme e vir comprar aquí, pero moito me temo que non vai poder ser'.

El edificio construido en 1933 y donde llegó a haber una veintena de puestos de todo tipo (carne, pescado, fruta, verdura, pan y hasta un bar) no consigue atraer ni nuevos clientes, ni tampoco a comerciantes que quieran instalarse en la plaza y sumar, en la revitalización del mercado. 'Fai un par de anos aínda éramos catro ou cinco, pero a xente foi pechando e non temos relevo', señala Rosa Rivero, que regenta el mismo puesto desde 1979. 'Entonces había demasiados comercios e tamén clientes', bromeaba. Desde el otro lado del edificio, Domínguez apunta que 'é unha mágoa porque aquí con pouca inversión se pode montar un negocio e o alquiler non é caro. Ademais, si fóxemos máis poderíamos ampliar o horario de apertura (ahora abren de 8,30 a 13,30 horas) para competir cos supermercados'.


DE TODA LA VIDA

Lo solitario de las instalaciones contrasta con el goteo continuo de clientes. Un kilo de filetes, media paleta de jamón, cachucha, lacón o chorizos para el cocido de este fin de semana conforman la lista de la compra más habitual por estas fechas. 'Por sorte, e sobre todo nesta época de matanzas, a clientela non falta e as ventas son boas', apunta Rivero. Consumidores que en un 99% 'é xente do pobo, clientes de tódala vida, que agradecen o trato persoal e aos que lles coñocemos ata os gustos', añade Domíguez. El problema, coinciden ambas, es que la cultura de comprar en la Plaza de Abastos se muere con los mayores. 'A xente xoven non entra na praza', matizan.

Locales vacíos, cañerías oxidadas y un techo con pintura a medio caer no son, ni para clientes ni para comerciantes, el mejor reclamo para dinamizar el edificio que 'xa quedou mal ca ultima reforma dos oitenta, porque baixaron o nivel do edificio para crear outra planta e non o deixaron nada ben', reconoce María Piedad Rivero una ex-comerciante a la que se le parte el alma ver el actual estado de las instalaciones. 'Levamos tempo reclamando melloras, pero ninguén nos fai caso', comentan las placeras.

Desde el Concello de Celanova, propietario de las instalaciones, el alcalde Antonio Mouriño confirmaba que 'está previsto unha pequena intervención no 2012 para pintar o inmoble. Pero ca situación actual e a rentabilidade do inmoble, pouco máis podemos facer'.

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